dilluns, 23 de març del 2020












Con tanta confusión, confinamiento y, también, enfermedad y dolor, es fácil 
que se nos pasen los pequeños (o grandes) nacimientos (o renacimientos)
Dice el calendario que la primavera ya está aquí, pero mucha gente no nos 
dimos cuenta cuando llegó. Quizá es porque todavía no ha llegado (es difícil 
apreciarla en el agotador estrés de un hospital, o en la ausencia callada de una 
agonía que no puede tocar a sus seres queridos…), yo, lo confieso, he andado 
estos días enfadado (por no decir cabreado) (es lo que tenemos las cabras, que 
tiramos pa’l monte) (y cuando no podemos tirar pa’l monte, tiramos pa’l cabreo)
enfadado, decía, o frustrado o al borde del asqueo existencial por las razones que 
ya he dejado caer en los anteriores posts. Y que no volveré a explicar, para no 
llover sobre mojado. Ahora trato de resituarme (todas y todos estamos en eso, 
cada cual a nuestra manera) (excepto los bancos y las grandes fortunas) (esa 
escoria sigue a lo suyo) (ya me irrito otra vez) (y eso no puede ser, así que 
rezaré a Santa Irrita) (la que dijo aquello de que lo que se da no se irrita).
Y tratando de resituarme descubro que olvidé celebrar el día de la poesía (eso me 
da igual, cada día es bueno para celebrar la poesía) (la mejor manera de celebrar la 
poesía es hacerla), y la llegada de la primavera tampoco la celebré. Esto último 
sí que me ha hecho pensar, y de ese pensar surge la viñeta de hoy y 
también una certeza: es hora de decirle adiós al invierno. 

Es verdad que los inviernos vuelven de vez en cuando, aunque les digas adiós, 
pero está en nuestras manos (o en nuestros pies) alejarnos de ese invierno que 
ya dura más meses (o más años) de lo humanamente sostenible. Cuesta tomar 
la decisión de apartarse de según qué infiernos, pero es la única manera que 
veo de darle la bienvenida a según qué primaveras. Porque sí, porque hay 
que decirlo así: hay primaveras que llegarán y te mirarán y, también, te 
desafiarán con sus semillas abiertas. Y podrás regarlas, y cuidarlas, 
y ser, también tú, primavera. Atrevida y eterna primavera 
capaz de hacer frente al peor de los inviernos.