dilluns, 30 de novembre del 2020






 



EL TREN

Durante 2 segundos y 2 décimas su corazón cae al vacío. Sentada en los primeros 
asientos del tren, de espaldas al maquinista que grita, oye un golpe y todo su cuerpo 
se recoge en el frenazo. Solo tiene tiempo para agarrar el apoyabrazos con la mano 
derecha y encontrar con su mano izquierda el calor de la madre. Y espera lo peor: 
que el pasado y el futuro se aplasten aquí en este vagón de cercanías. 

Pero antes de que terminen los 2 segundos y 2 décimas ella aún tiene tiempo 
de saber que no quiere irse, y que si sale de aquí se atreverá a hacerlo. 

Y el reloj vuelve al goteo habitual de segundos. El tren detenido y el maquinista 
informa de un arrollamiento. Puede buscar y encontrar en los ojos de la madre 
la calma necesaria para hablar y escuchar. Hay tiempo de sobra para que llegue 
la Guardia Civil, el cambio de tren, la certeza de que hoy alguien ha culminado 
la decisión del suicidio. Ellas están a salvo, volverán a viajar juntas. 

Y sabrán decirse, algún día, todo eso de lo que nunca hablan... O por lo menos 
en eso confía ella esta noche, a punto de enviar una carta de amor. A su padre. 

Al que no perdonó, al que se fue. Papá te equivocaste, me abandonaste, lo hiciste 
completamente al revés... pero te comprendo. No hay que rendirse así como lo hiciste tú, 
¿qué pasó con mis ojos huérfanos?, me dejaste ardiendo en un laberinto de lágrimas... 
Pero ya lo sé, papá, ya sé que si pudieras pararías el reloj y me abrazarías para siempre... 
No, nadie se ocupó de ti aquel día, nadie se acordó de cómo se siente un hombre cuando 
le roban la vida, el desahucio, el puto desahucio, no supiste verte en la calle con nosotras, 
mamá callada encerrada en sus manos vacías, yo enfadada contigo porque 
mi habitación era mía y tú me la arrancabas sin mirarme... 

Ella mira las estrellas que taladran el techo y aleja de sus oídos el sonido 
del tren cuando golpea así. Y durante 2 segundos y 2 décimas llora la carta. 
Luego se quedará dormida y más allá del techo alguien 
responderá, y le abrazará los sueños. 

Esos sueños que ella no va a dejar morir.














(el relato ya lo publiqué aquí hace año y medio, hoy le he dado solo algunos retoques)














diumenge, 29 de novembre del 2020






 



"La rialla és en l'actualitat, article de primera necessitat". 

Gloria Fuertes











("remake" d'una vinyeta que vaig fer fa uns anys)










divendres, 27 de novembre del 2020






 




Viñeta-regalo para Ana Aparicio, diseñadora, creativa y, como dice ella, 
futura multimedia developer (creo que multimedia developer significa 
horchata con fartons) (pero no me hagáis caso, mi húngaro es precario) 
(¿o no es húngaro?). Bueno, a lo que iba, que es una viñeta-regalo y 
por tanto le he tenido que pedir permiso para publicarla aquí, me lo 
ha concedido y aquí está, para el disfrute de todos y todas los húngaros 
y húngaras que me siguen, me leen y me hablan de esa manera tan 
fascinante e imposible de entender. ¡Gracias, Ana, nos vemos en uno 
de esos stickers tan tuyos! ¡Haya fuerza, haya suerte, y, por supuesto, 
haya sentido del humor! (por cierto, espero que algún día algún 
húngaro tenga la bondad de explicarme qué significa sticker)











dijous, 26 de novembre del 2020






 




Cuando tiene turno de tarde, ella suele caminar por caminos estrechos 
llenos de flora salvaje en las cunetas. Hay días que llega hasta el mar, 
hay días, como este, muy nublados y con aviso de lluvia, que se queda 
a medio camino. Se oye el ajetreo de la recogida de naranjas en 
algún huerto, las voces, el suspiro de una caja sobre la báscula, 
el sonido metálico de la portezuela del camión… 

El trajín se amortigua y en la próxima curva aparecerá ya la ciudad. 
Aparece también alguien caminando hacia ella. Cruzan la mirada y, 
antes de dejar de verse, cruzan también un Hola y un Buenos días. 
Ella recuerda entonces el instituto, es él aquel chico, aquellos idiotas 
se metían con él, Flacucho, le gritaban, también se metían con ella, 
Gordinflona; insultaban a todo dios, eran del instituto privado de 
al lado y solo coincidían en la plaza de los bares en los ratos 
de recreo. Él y ella también se veían solo ahí, pero nunca 
se saludaron, esta ha sido la primera vez. 

Se detiene y se gira, y ve que él también. ¿Tú eres…?, ella comienza 
a decir, y él la interrumpe con una sonrisa, Sí, soy el flacucho, y tú… 
Sí, soy la gordinflona. Solo serán cinco minutos de recuerdos comunes 
que terminarán con un silencio mirado a los ojos. Hay veces que es 
así, que nadie hace lo que debería hacer, él no dice hasta luego y ella 
no recuerda que tiene prisa, días nublados que se esconden entre 
naranjos vestidos de verde y aparecen sobre la piel de las caderas 
desnudas, y unos dedos le buscan los labios y encuentran la humedad 
oscura y se meten lentamente dentro de ella. Y ella no quiere hacer 
otra cosa que bajar del todo el chándal y abrir un poco más las 
piernas, para que él le diga, con el lenguaje de las manos, 
todo aquello que a ella le gusta tanto. 

Y será después cuando comenzará a llover y, volviendo sola a casa, 
pensará que hoy no ha visto el mar, pero desde luego no puede decirse 
que se haya quedado a medio camino. Y envuelta de lluvia alza la voz y 
exclama ¡Dios mío de mi vida! ¡Qué gorda se le ha puesto al flacucho!
 









(Cuentos de cuando el sexo pudo razonar, 11) 












dimecres, 25 de novembre del 2020

dilluns, 23 de novembre del 2020






 





“Me resulta realmente muy desconcertante comprobar que tenemos 
el cerebro más sofisticado de todas las criaturas, capaz de planificar 
el futuro. ¿Cómo puede este mismo cerebro estar destruyendo el 
único mundo que tenemos? Es nuestro planeta el que estamos 
destrozando, y de hecho, estamos acabando con él. Me pregunto 
cómo puede suceder algo así y creo que se trata de una 
desconexión entre este cerebro poderoso y el 
corazón, el amor y la compasión”. 


Jane Goodall













diumenge, 22 de novembre del 2020






 














La veritat és que veure criatures tan menudetes amb camisetes 
"made in acapu" és una cosa que m'ompli de goig. Ací hi ha una 
mostra d'algunes de les camisetes que els darrers mesos han 
arribat a les mans i als somriures d'eixa gent menuda, gent 
sempre molt sorprenent i de qui sempre s'aprén. 

Ja sabeu que si voleu una camiseta amb un dibuix meu (tant si sou 
gent menuda com si sou gent grandeta com si sou gent sense 
edat ninguna) només heu d'enviar-me un correu i ràpidament vos 
informe dels passos a seguir. M'agradaria publicar ací tots els encàrrecs 
que he tingut i que han arribat al seu destí, però no tothom m'envia 
foto (i és una cosa que entenc, jo sóc el primer que, si puc 
evitar posar-me davant d'una càmera, ho evite i em quede 
més ample que estret). En fi, que hui vos deixe esta xicoteta 
mostra tèxtil i infantil de 3 personetes que, sí sí sí, són 
molt simpàtiques i molt boniques. Gràcies a elles i 
també a les seues mares i els seus pares :-)













divendres, 20 de novembre del 2020








 





Salió del asfalto y se metió entre los árboles, un lugar pequeño en medio de 
la ciudad que no acolchaba del todo el ruido, pero que por lo menos le daba 
un poco de paz. Una paz escasa, sí, algo así como una tregua, pero también 
podía ser un refugio donde recuperar esa calma tan esquiva o, quizá, era un 
punto de partida. Y sintió que necesitaba mear, de pronto la necesidad era 
urgente y meó, discretamente, protegido por un árbol que le dijo Soltérate. 
Así se lo dijo, sin avisar. Y él supo que en la ciudad había cientos de parejas 
felices, miles de parejas que ni fú ni fá, y luego estaban parejas como la suya: 
un penoso y triste redil, y sus raíces le pedían salir ya de allí. Entonces la vio, 
caminando por la avenida, era tan guapa, y su forma de caminar, y ese gesto 
al mirar hacia arriba, hacia aquella bandada de pájaros… Y sabía además, porque 
la conocía, de su inteligencia y de su sentido del humor y de su sensibilidad 
extraordinaria, y de cómo esa fina tela a veces la asfixiaba y le vaciaba el alma, 
y era témpano hiriente y, también, caprichoso y cruel. La había estudiado en casa, 
a ella, a su pareja, con ojos llenos de comprensión incansable, y la había querido 
hasta la gota más primitiva del sexo, eran sus besos tan llenos de noche… 
que todo el silencio cabía en ellos, y oírla suspirar era la paz y la guerra fundidas, 
la música y la tormenta lloviéndole en la piel. Ahora la ve caminar y piensa 
en la última vez que se desnudaron, pero el árbol insiste Soltérate. Y él pregunta 
¿Por qué? Y el árbol, ¿Acaso no lo sabes tú ya? Y baja crujiendo dos de sus 
robustas ramas y le coge con extrema suavidad y él, asustado, sabe que 
el impulso de esos brazos formidables terminarán con él en cielo 
abierto y por un momento será también ave que emigra y 
que ella ya no ve. Es decisión de él bajar a toda 
velocidad y espachurrarse contra el suelo, o 
confiar en los árboles que quieren 
abrazarle después de cada 
nuevo salto. Es decisión de ella 
responder o no a esa pregunta escrita 
en su móvil, ¿Acaso no lo sabes tú ya?
 



(Cuentos de cuando el sexo pudo razonar, 10)












dilluns, 16 de novembre del 2020





 




Ve y dile a mi sobrino (la semana pasada cumplió 5 años) que no se abrace 
con sus compis esta mañana cuando vuelve a la escuela, después de estar 
confinado más de 3 semanas. Dile a sus compis que no se alegren tanto como 
para buscarle así, como lo hacen. Díselo, diles que no se abracen. 

E intenta quitarnos lo que alimenta nuestras ganas de vivir; llena los 
informativos de cifras, solo unas, las de una sola pandemia, y margina, 
como siempre, las cifras de muertas por violencia de género, y por 
contaminación, y por racismo, y por homofobia, y borra de las portadas 
a las muertas por pobreza, que no son pocas y también son cifras 
de personas, como tú y como yo. Sigue silenciando el sufrimiento 
en las pateras, en los CIEs, en los campos de refugiadas, y 
recita de nuevo, como cada día, las cifras de la bolsa 
(esa inmunda fábrica de explotación). 

Dile a mi sobrino que debe acostumbrarse a vivir en un estado así, 
de alarma o policial, de miedo o de encerrona, y no le cuentes todo 
ese dinero que tus amiguis (esos que mandan) (y nos mandan, 
directamente, a la mierda) no invirtieron en sanidad, en educación, 
en investigación médica y científica, en recursos que hubieran 
aliviado (mucho) y prevenido (muchísimo) la expansión 
del virus más mediático de la historia.

Dile a mi sobrino que no piense, que no sienta, que sumerja su 
conciencia en el sinsentido que programáis cada día en vuestras cadenas 
de televisión, en vuestras redes asociales y en vuestros servicios (muy 
viciados) de presunta inteligencia. Dile a la gente lo que sueles decirle 
así, de ese modo a veces sutil y a veces brutal, dile que se contagie 
un poquito más de la gran distancia antisocial, que se distancie 
todavía más de lo mejor de sí misma, que plante un muro ante 
las personas que no conoce (y también ante las que conoce).

Dile, si quieres, lo que te conviene decir, aunque ya no te lo creas.

Yo a quien me quiera escuchar le digo, sencillamente, que me 
alegran esos abrazos en la puerta de un colegio. O en la puerta de 
una cárcel. O en la puerta de una granja. O en un portal cualquiera, 
una noche cualquiera, en una ciudad sin nombre.













divendres, 13 de novembre del 2020

 









¿Que no siempre podemos ser la mejor versión de nosotras? Es evidente, 
y tampoco nos vamos a mortificar por ello (hay personas que se empeñan 
en ser siempre la peor versión de sí mismas y tampoco lo consiguen, pero 
van por la vida creyéndose las reinas del mambo). ¿Que a veces nos reprimimos 
porque sabemos que vamos a dar la nota, que vamos a llamar la atención y que 
es muy probable que nos tachen de estúpidas, o de listillas, o de cualquier contagioso 
mal hábito mental o moral? Pues también es evidente, y puede pasar que eso 
nos ocurra una y otra y otra vez, y al final nos acostumbremos a callar, a no hacer, 
a aceptar como bueno algo que, en el fondo, ni nos convence ni nos hace sentir bien. 

"Ya se sabe, quien no sigue el paso es porque oye otro tambor", dijo Ken 
Kesey en su novela Alguien voló sobre el nido del cuco. Y si oyes otro tambor 
que te hace más feliz que los tambores de guerra (o los tambores de moda) 
(o los temores de la muchedumbre, que también son tambores) no lo 
silencies, no te avergüences de él, porque quizá ese tambor 
es tu propio tambor, tu corazón, tu anhelo de vivir.









dimarts, 10 de novembre del 2020






 







Ho sabem quan estem així, què és l'art, què és l'humor gràfic, 
què és l'amor. Ho sabem quan estem nues, sense nucs: que cada 
persona es desnuga a la seua manera. I per això sabem que el riure, 
com el riu, no és un, són molts. I els rius, quan et besen el somriure, 
no van vestits. Van cantant, i alegrement despullats. 












diumenge, 8 de novembre del 2020





 




Yo ya lo siento, pero aquí cada cual nos sacamos los terrores 
como podemos, y yo la otra noche desperté en medio de una pesadilla 
muy asustado y muy empapado en sudor y muy legañoso. Con los 
ojos como platos (de porcelana fina) (cuando abro los ojos como 
platos soy muy fino y elegante) conseguí recordar un trozo de la 
pesadilla: Biden y Trump comparecían en rueda de prensa, separados 
por una trinchera abarrotada de cadáveres (yo era uno de ellos), y se 
les veía a ambos dos bien vestidos y aparentemente ajenos al horror 
de la trinchera (aunque con sus zapatos de zapatería de lujo nos 
pisoteaban las narices a los cadáveres que estábamos allí 
congregados escuchándolos) (escuchábamos con las orejas como 
tazas) (tazas de porcelana fina, por supuesto). Bien, decía que 
estaban allí ambos dos y se ponían a hablar así como hablan allá, 
con ese inglés tan de allá, y todo parecía tranquilo y bien en sus 
discursos pero de repente sin avisar se quitaban las máscaras y uno 
era Chucky, el muñeco diabólico, y el otro era la duquesa de Alba 
resucitada. No diré quién era quien, porque ya no me acuerdo, pero 
sí me costó conciliar de nuevo el sueño (lo de la duquesa de Alba 
resucitada es una congoja complicada de olvidar) (todavía se me 
convulsiona el alma, solo de pensarlo). En fin, cuando conseguí 
reconciliar el sueño soñé con dos personajes, Troglo y Dita, son 
prehistóricos y cavernícolas, y de ahí surgió la viñeta de hoy. 

Y podría decir más cosas, enroscarme con los sistemas altamente 
jerarquizados, esos que dan tanto poder a tantos personajes de ficción, 
o disertar sobre la calidad democrática de ciertas repúblicas bananeras, 
ciertas monarquías parlamentarias y ciertas dictaduras mejor o peor 
disfrazadas, pero ya voy a dejar de escribir. Tengo cosas que hacer. 
He quedado con la novia cadáver dentro de un rato, hablaremos de 
la revolución y cantaremos canciones libertarias que nos 
inventaremos según las vayamos cantando, luego quizá 
buscaremos a alguna autoridad y le daremos un susto, 
de muerte o de vida. Y seremos felices y comeremos 
lombrices, eso hacemos la gente que, aun estando 
muerta (metafóricamente hablando) (o no) 
imaginamos que el mundo está vivo, todavía. 












divendres, 6 de novembre del 2020






 





Sense paraules (també podríem dir: Millor sense paraigües).