dimarts, 14 de juliol del 2020
















—Cactus, ¿te has fijado que butrón rima con borbón? 

—Sí, Ximo, pero no hablemos de eso, porfa, que estoy hasta las púas… 
Hoy necesito dejar fluir en mí pensamientos positivos y calmosos. 

—Pues relaja tu mente, Cactus. 

—Sí, voy a ello: Me cago en la puta banca, en el puto rey y en el santo telediario 
que los mece a todos en su puta cuna. Sí… ya me noto un poquito mejor…

—¡Cactus! ¿Qué has dicho? ¿No ves que te pueden condenar a confinamiento 
perpetuo? ¡O peor, a llevar mascarilla en la ducha, en la cama y en el bidé!

—Tranquilo, Ximo, a mí no pueden condenarme a nada.

—¿No?

—Pueden condenarte a ti, que eres el autor de mí.

—¡Pero si tú tienes vida propia, Cactus!

—Eso vas y se lo dices a tu psicóloga, a ver qué opina.

—Mi psicóloga es una florecita.

—No estás bien, Ximo… Pero mira, te ayudaré.

—¿Cómo?

—Si te acusan de injurias o de algo, yo en cactus iré y le diré a su señoño que

—¿A su señoño?

—Sí, a su señoñoría, iré y le diré: Quiero que conste en cacta que no me referí 
a ningún puto rey en concreto, ni a ninguna puta banca en croqueta, pues en 
mi ánimo no está faltarle al resputo a ninguna de las excelsas y magnificísimas 
instituciones que conforman nuestro ilustrísimo desordenamiento juridículo.

—Ah, pues sí que me ayudarás tú mucho, Cactus.

—Claro, Ximo, yo estoy aquí para lo que haga falta.

—Gracias.

—De nata.

—¿De nata?

—¿Prefieres de vainilla, Ximo? ¿Leche merengada? ¿Stracciatella quizá?

—Ay ay ay… Venga, despidámonos de nuestro querido y paciente público, 
que bastante tienen con los rigores de la vida cotidiana como 
para que les saturemos aquí con nuestras tonterías.

—Vale. ¡Hasta luejos, querido, delicado, sensible y vello púbico!

—Bello público, Cactus, se dice bello público.

—Eso he dicho: Bello vello púbico.

—Ay ay ay…

—Oy oy oy…