dijous, 30 d’abril del 2020
















Don't read · Don't think · Don't feel · Don't look for your freedom · Big Brother is watching you! 

Or yes, please: Read, think, feel, look for your freedom. Little Revolution is walking with you...




















dilluns, 27 d’abril del 2020

















(versió nova d'una vinyeta que vaig fer fa una dècada) 
(la vaig publicar en el meu vell blog Las cositas de Acapu













diumenge, 26 d’abril del 2020

















Los niños lloran, aman, juegan, exploran y rompen cosas porque están 
aprendiendo a conocer el mundo, no lo hacen para molestar, ni tampoco para 
probar nuestra paciencia, simplemente es la esencia de la infancia”.

José Vicente García, en “Sueños de escayola



La novela de José Vicente García trata, sobre todo, de una infancia en parte 
robada o directamente maltratada, no solo por una epidemia, sino también por 
una manera de entender la política. “Sueños de escayola” está basada en hechos 
reales porque la pandemia de la polio existió y se llevó por delante a un montón 
de niños y niñas en todo el planeta, y porque la dictadura franquista existió y 
no quiso invertir esfuerzo y dinero para proteger a sus cachorros, 
optó por invertir en, por ejemplo, el Valle de los Caídos. 

Leyendo estos días me encuentro con una historia no tan lejana de la actual. 
Es cierto que aquella España (década de los sesenta del siglo pasado) es distinta 
de la de ahora (aunque la tradición dictatorial sigue muy presente en muchos 
ámbitos de la vida), pero las ilusiones, los miedos, las preguntas y los sueños de 
niños y niñas no son tan diferentes. Pablito, el protagonista, no entiende por qué 
ha de estar confinado dentro de los muros del Sanatorio Marítimo de la Malvarrosa, 
junto con otras víctimas del virus de la polio. Trata de recomponer sus mapas emocionales 
allí dentro, entre camas de hospital, operaciones quirúrgicas y, también, nuevos amigos. 
Me gusta el acto de rebeldía de los cuatro amigos la noche de Nochebuena (en eso 
estoy ahora, voy por la mitad del libro) y la ingenuidad y diáfana valentía de Pablito, 
porque me invita a no olvidar lo que somos, lo que fuimos, lo que podemos 
llegar a ser si confiamos en lo mejor de nuestras vidas. 

Porque existe el dolor, pero también existen días como hoy, cuando por fin 
las calles vuelven a escuchar las locas razones de esa gente pequeñita. 
Escuchémosla, a esa gente, porque tenemos mucho que aprender de 
sus locas (o no tan locas) razones. Yo, de momento, seguiré leyendo 
“Sueños de escayola”, no solo porque conozco al autor y sé que 
lleva toda la vida luchando para no traicionar al niño que, en el fondo, 
todavía es. Seguiré leyendo porque quiero verle salir de allí, de aquel 
hospital, y porque no quiero olvidar. Quiero seguir aprendiendo.






(La viñeta es “remake” de una que ya publiqué hace un lustro)









dissabte, 25 d’abril del 2020













Qué es un chiste malo y qué es un chiste bueno es una discusión eterna y, 
todo hay que decirlo, muy absurda. Por ejemplo en la Iglesia del Séptimo Chiste 
predican que los chistes buenos son los que obedecen a sus papás y a sus mamás, 
y los malos son los que fuman porros y beben absenta con churros a la hora del 
desayuno; y lo que dice esa u otra iglesia tal vez sea cierto y moralinoso 
(moralinoso, sí, es correctoso), pero también pasa que a veces no sabemos 
si es mejor ir al cielo o al infierno (recuerdo aquella pintada: “Las niñas buenas 
van al cielo, las malas a todas partes”). En fin, preguntaré un día de estos a 
la Suprema Autoridad del Humor si hay canon, o libro de estilo, que nos 
ilumine sobre las pautas, los límites y las sendas del buen reír. 
O mejor cambiaré de tema. (O no)

Hace unas semanas vi una película iraní, Tres caras (Jafar Panahi, 2018)
ambientada en un lugar muy rural y muy cerrado (también hay lugares muy 
rurales y muy abiertos) (existen allí donde los caminos se cansan de sus prejuicios)
En la peli una joven se empeña en dedicarse al cine y el lugar entero se 
avergüenza de ella y la reprime. El lugar no quiere evolucionar. Ella sí. 
Al lugar se llega por una carretera estrecha de tierra que no permite la 
circulación al mismo tiempo de dos vehículos en sentidos distintos. 
Ella un día coge pico y pala y se pone, sola, a ampliar la carretera, 
porque ve que hay espacio para hacerlo. El lugar, celoso 
garante de las sagradas tradiciones, se lo impide. 

De eso trata un chiste (o una película o un poema o una canción)
de abrir caminos donde la mayoría cree que no hay. O de ampliarlos. 
O de reírnos cuando pensábamos que no podíamos. Que el chiste sea malo, 
o bueno, o peor, ya da un poco igual. Lo importante es otra cosa. 
¿Qué otra cosa? ¡Ah! Yo eso no lo sé. No soy ni profesor ni gurú. 
Preguntadle a Trump. Él, como todos los dictadorzuelos y dictadorzuelas 
del mundo, lo sabe todo. Por eso le haré caso y me inyectaré 
lejía en vena para protegerme contra el coronavirus. 

O no. Mejor no lo haré. 
Porque los chistes no hay que tomárselos en serio. 
No no no.



















dijous, 23 d’abril del 2020

dimecres, 22 d’abril del 2020















"No somos soldados, somos sanitarios. No pegamos tiros, ni llevamos tanques, 
ni aviones, ni barcos, curamos con ciencia. No es ninguna guerra, es una infección 
vírica. No uséis más la palabra Guerra, ni héroes, somos profesionales 
sanitarios, dadnos medios, solo medios". 

@McVay3 (cuenta de Twitter












diumenge, 19 d’abril del 2020












Llegint vaig trobar llum en temps de foscor, i camins quan totes les portes 
i finestres semblaven murs. Vaig aprendre, llegint, a imaginar mons on el pecat 
no era pecat, era bellesa, i era llibertat. I vaig aprendre a obrir els ulls al meu cor 
i als altres cors, i a comprendre que no tots els llibres (ni totes les persones) 
saben comprendre, ni volen intentar-ho. Llegint vaig aprendre a dir adéu 
quan tot s'havia acabat, i a anar-me'n sense dir res quan ja 
només el silenci ho podia dir tot. 

I mai vaig llegir per evadir-me de la vida, vaig llegir per necessitat de 
seguir endavant, no aturar-me quan al meu voltant el desert era el rei, i la 
ignorància la reina. Ara vindran dies de llibreters i escriptores, de lectors i de 
roses (quins dies no són eixos dies, en realitat?), i no podrem sortir a escriure'ns 
versos ni aventures amb la mirada (o sí?) (potser sí), ni portar un llibre, o dos o tres 
a les mans nues, camí del nostre llit excitat de lectures. No ens deixen circular, i sé 
que en part és per salut, però gràcies als llibres que em van saber estimar 
sé que també és perquè vivim en temps foscos (molt de temps fa que 
estem vivint, i morint, en eixos temps), i que ens volen tancadets 
i tancadetes, i amb les ments i els cors a dins de la presó. 

Llegint vaig trobar un lloc on podia respirar, i assassinar sense pietat 
totes les prohibicions que asfixien les meues ganes de viure. 
I d'aprendre. Perquè cada dia vull saber llegir la vida. 
I escriure-la. 



















dissabte, 18 d’abril del 2020




















(versió nova d'una vinyeta que vaig fer per primera vegada fa molts anys) 
(esta és, si no m'equivoque, la 3a versió)















divendres, 17 d’abril del 2020
















"No creo que exista una definición más perfecta de capitalismo que
no poder ir al entierro de tu abuela el viernes para no entrar en contacto
con otras personas, y que el lunes te obliguen a ir en metro a trabajar
porque, con suerte, te van a dar una mascarilla".

@albertpelias (Twitter)















dimecres, 15 d’abril del 2020

dimarts, 14 d’abril del 2020

dilluns, 13 d’abril del 2020













The ocean of love. 

Esta vinyeta la vaig fer fa més d’un any per a un concurs 
internacional hongarès (que no vaig guanyar) i encara no l’havia 
publicat en cap lloc. Ara ja no la dibuixaria (ni la retolaria) igual, 
de fet la mire i veig que s’ha quedat un poc antiga. 
Però, en fi, antiga o no, així està bé. 

















diumenge, 12 d’abril del 2020













No me detendré ahora en los agobios. Prefiero centrarme brevemente 
en las sillas. Porque es un mundo apasionante el de las sillas. Aunque ellas, 
que son muy listas y también muy pillas, me han pedido que no divulgue los 
secretos más inexplicables de su universo. Así pues, guardaré sillencio. Tengo 
su permiso, eso sí, para hacer algunas viñetas sobre ellas, pero no sé si hay 
público para chistes gráficos de sillas. Así pues, entro en duda: ¿Hago 
más viñetas silleriles? ¿Sí? ¿No? O, preguntado de otra manera: 
¿Ni? ¿So? O hagamos la pregunta más complicada: ¿Xí? ¿Lo? 
¿Fo? ¿No? En fin, mientras resuelvo tanta duda, no 
esperaré sentado y me iré con la música 
a otra parte, allí tocaré el sillófono 
y cantaré con todas las sillas 
que quieran acercarse. 

Ah, por cierto: no he perdido la chaveta. Lo que pasa es que, 
ciertamente, es un mundo apasionante el de las sillas. 
Ellas me entienden a mí. Y yo las entiendo a ellas. 

Hasta luego, lindos culos.




















divendres, 10 d’abril del 2020













Me adhiero al #apagoncultural de 48 horas en redes sociales, propuesto para 
los días 10 y 11 de abril. Son muchas asociaciones del mundo de la cultura 
las que quieren expresar así el malestar de multitud de artistas ante la decisión 
del ministro de cultura español de no hacer un paquete de medidas específicas 
para el sector cultural en esta crisis sanitaria. Transcribo, por ejemplo, lo que dice 
la Unión de Actores y Actrices: "Un sector que se ahoga poco a poco, día a día, y 
que ve como según van pasando las semanas no se toman medidas específicas para 
sus trabajadores y trabajadoras. Desde la Unión de Actores y Actrices hemos decidido 
sumarnos a la iniciativa de hacer un parón de 48 horas en las redes sociales los días 
10 y 11 de abril. Por ello os animamos a que estemos unidos y unidas y os suméis 
a esta iniciativa para conseguir el mayor impacto posible y que la cultura 
no esté presente estos días en las redes sociales". También puedes 
leer aquí el comunicado al ministro de cultura.

Aprovecho para insistir en un detalle que ya he apuntado en algún post anterior: 
Es cultura una canción, una película, un cortometraje, una novela, un relato, 
una ilustración, una escultura, una performance... Es fácil para mucha gente no 
ver el esfuerzo ni valorar lo que hay detrás de aquello que "consumen" en un segundo, 
o en cinco, o en una hora o en mil. Y aunque es cierto que todo el mundo somos 
artistas, y que hay muchas personas que de vez en cuando lanzan al mundo lo 
que hacen como "hobby", también es cierto que hay otras personas que nos 
dedicamos a ello en cuerpo y alma a jornada completa. Ya tengo bastante 
experiencia como para saber que la empatía en este tema, cuando te has 
acostumbrado a ver la obra de tus artistas favoritos gratuitamente en las 
redes sociales, no es fácil, pero yo no voy a intentar convencer a nadie de 
que sea más empático, más simpático o más (por buscar algo que rime) 
estrambótico, por eso no diré nada más. Solo dejo aquí esta viñeta en 
blanco. Porque las viñetas de humor gráfico también son cultura. 
Y mis viñetas, ahora, están en huelga.