dimarts, 30 de juny del 2020











—Y si nos prohíben la sonrisa contagiosa… ¿qué hacemos, Cactus?

—Insolmisión, Ximo. Insolmisión.

—¿Insolmisión?

—Insumisión bella como el sol.

—¡Ay, Cactus…! ¿Te acuerdas cuando charlábamos y salías en muchas viñetas? 
Ahora ya hay gente que ni te conoce, mira si hace años…

—Es que yo soy muy tímidios, y, claro…

—¿Eres muy tímidios, Cactus? ¿qué es eso?

—Pues que yo soy un dios así como avergonzado de sí mismo, y, claro…

—Tú lo que pasa es que te lo tienes muy creído.

—Yo lo que pasa es que me lo tengo muy reído, y, claro…

—En fin, ¿tú quieres volver a salir en las viñetas y charlar conmigo 
más veces, así en público?

—Sí, Ximito, a mí en púbico me gusta charlar, sí.

—En público, Cactus, he dicho en público.

—¿Pero es que el público no es púbico, también?

—A ver, Cactus, centrémonos.

—Yo es que soy de izquierdas.

—Uff… A ver, respóndeme, ¿quieres volver a salir por aquí?

—Yo si por mí fuera, sí aceptaría su amable propuesta, don Ximo, pero…

—¿Pero?

—Es que la gente ya no me quiere, y, claro…

—¿Cómo que no te quiere la gente? Mira, le preguntaremos a la gente en redes 
sociales si te quieren ver más a menudo, ¿vale?

—…

—Vaya, ya se ha ido, y sin despedirse de nuestro bello público.

—¿Dónde está, el vello púbico?

—¡Cactus! ¿No te habías ido?

—¡Sí!

—Entonces, ¿te parece bien que le preguntemos a la gente, Cactus?

—Me he ido. No estoy.

—Ay ay aaaaaay… Pues ahí queda eso, el bello público decide. Si no quiere volver 
a saber nada del señor de las púas, no lo volveré a molestar 
y se quedará en su apacible desierto.