¿Qué es un
pensamiento negativo? Un pensamiento que resta, que nos echa hacia atrás,
una involución. Trump, el presidente de Estados Unidos, es eso: un paso atrás en la
evolución, un pensamiento negativo que en vez de llevar a su país hacia
adelante lo ancla en una alucinación desfasada y violenta.
una involución. Trump, el presidente de Estados Unidos, es eso: un paso atrás en la
evolución, un pensamiento negativo que en vez de llevar a su país hacia
adelante lo ancla en una alucinación desfasada y violenta.
La manera de
afrontar las protestas provocadas por el homicidio de George
Floyd cometido por
un policía muestra su lucidez como presidente: ninguna.
O menos que ninguna. Es
un niño rico que juega con gasolina (y con lejía)
y nunca asume su
responsabilidad en el incendio (o el envenenamiento).
Se le ha definido como un
supremacista blanco, y también lo es. Y como todos
los racistas solo puede ver
la realidad restándola, oscureciéndola, negándola para
que triunfe su ambición
alucinada. Que no se entera, vaya. No se entera de dónde
han salido esos
negros, ni tampoco esos blancos que se solidarizan con ellos,
no recuerda la
historia de su propio país, la importación sistemática (y la cría
también
sistemática) de esclavos, el genocidio voraz de millones de
indígenas
americanos. Y si recuerda la historia, la niega, como todo
buen pensamiento
negativo ha de hacer, hasta la victoria final.
Trump se autosatisface con su propia nulidad, se
encierra en su búnker, o en su iglú,
o en su caja fuerte, y todo lo demás le es
ajeno, lo condena, lo pisotea, lo
menosprecia. Es, insisto, un genuino
pensamiento negativo, garante de
los prejuicios más tradicionalmente bobos. Por
eso no cree que haya
vida más allá de él, todo empieza y termina en su paraíso
inventado, por los milenios de los milenios, amén.
Y sin embargo la
hay, hay vida más allá. Ya lo decía Galileo: el planeta se mueve,
a pesar de
todos los santos tribunales, la vida se mueve más allá de las directrices
de un
loco peligroso, por más todopoderoso que el loco sea. Por eso cierro ya
esta reflexión,
porque hay cosas más bonitas y estimulantes en
las que ocupar mi tiempo. Y
vuestro tiempo. Hasta luego…
(la versión original de la viñeta ya la publiqué en este planeta hace poco más de 3 años)