dilluns, 22 de novembre del 2021





 




Hace unas semanas vi a un gluten caminando por la calle, no iba solo, 
iba con su novia y discutían. Al pasar a su lado él me miró mal. 
Oye ―me dijo―, no mires a mi novia. ¿Por qué? ―dije yo. Y él
 respondió―: Porque tengo celiacos de ti. Y nada más, el gluten 
se marchó con su novia, yo me marché conmigo mismo y esta mañana 
me he enterado de que la novia ha cortado la relación y ahora es feliz
 consigo misma. Al egocéntrico del gluten no lo he vuelto a ver, dicen 
que está haciendo terapia dentro de una tarta de chocolate sin azúcar,
 pero también dicen que se ha enamorado de un bocadillo de tortilla de
 patatas sin huevo y sin patatas, en cualquier caso ya no está por el
 barrio y eso es bien. En fin, después de una historia así me consuela
 saber que no todos los glútenes son iguales, es verdad que en la vida 
a veces nos encontramos con gente que no es trigo limpio, pero también
 es verdad que hay mariposas lindas volando en los parques y pececitos
 lindos buceando en los estanques, y el amor es la mar de bonito cuando
 no se pesca ni se enlata. Por cierto, ya para terminar, ¿sabéis 
por qué las barras de pan no saben nadar? Yo sí lo sé: ¡Porque 
las barras de pan hacen glu gluten! :-D ¡Hasta luego!