dilluns, 9 de març del 2020













Son mala gente los virus, a veces matan y a veces no, pero en general no 
son gente de fiar. Yo estoy por fin saliendo de una lucha despiadada con un virus 
de la gripe que me ha tenido casi un mes con la salud apiltrafada (me gusta el 
verbo apiltrafar, exista o no en las reales, o en las academias, o en las lenguas) 
(lo que no me gusta es estar apiltrafado como lo he estado). Pero no quiero hoy 
hablar de virus (putos virus, a ver si nos dejáis en paz ya, id a joder a los mosquitos 
y entrad en bucle asesino hasta que os extingáis unos a otros para siempre) 
(lo digo con cariño) (con cariño pero extinguíos ya, porfa)

Lo dicho, no quiero hablar de virus, hoy quiero hablar de la concentración, 
de la capacidad de concentrarnos en lo que hacemos. Yo en eso soy un as. 
Soy extraordinariamente capaz, sí, yo me concentro en un pispás. Y trato 
de transmitir esa cualidad mía tan maravillosa a mis hijos. Yo con mis hijos 
mantengo una relación muy particular (digo hijos así en masculinos porque no 
tengo hijas, así en femeninas), y es una relación muy especial porque, por encima 
de cualquier consideración pedagógica, ideológica o cultural, lo cierto es que no 
tengo hijos, y así es muy difícil mantener una buena relación con ellos. El otro día 
lo hablaba con Conditioner Repair Rescue (ella es una de esas botellas raras que 
hay en las peluquerías) (ni ella misma sabe para qué sirve) (pero le encanta hacer 
de psicóloga), hablábamos de algo que ahora no recuerdo, porque ¿os habéis 
fijado qué bonito es el sol de invierno? Sí, es como la concentración, tan importante 
y tan connatural en mí. Por cierto, ¿de qué estaba yo…? Bueno, da igual, lo 
importante, al final, es vivir el presente, como cuando escribes y envías una carta 
de amor, hace dos años le envíe una carta… ¡Uf! ¿Casi dos años ya? Cómo pasa 
el tiempo, sobre todo los años. Son más raudos y fugaces que los segundos. Ya 
lo decía Einstein un día que se iba de romería. 

Pero, en fin, por retomar el hilo: los espárragos fritos no me gustan. Y eso: 
que soy un as. No sé en qué pero sí. Soy un espárrago, y ahora me voy a 
freír gárgaras. Hasta luego, coronazones :-D