dimecres, 15 de febrer del 2023





 



El otro día, hablando con un buzón amigo mío, recordábamos tiempos
 pasados que a veces fueron mejores y otras veces no. Estuvimos un 
rato hablando de nuestras penas, de nuestras alegrías, de nuestras
 añoranzas y también de nuestras ñoñerías hasta que un rebaño llenó
 toda la calle. Llenaron tanto la calle, que se nos vaciaron las ganas 
de seguir con nuestra charla y nos despedimos con un abrazo. Siempre
 que me despido de él lo hago así, con abrazos, porque siempre me 
queda la duda de si será la última vez que lo veo, ya me pasó con una
 cabina de teléfono, que desapareció junto con otras compañeras suyas 
al tiempo que se multiplicaban los móviles en las pezuñas de los rebaños.
 En fin, sé que el buzón amigo mío tampoco sabe si me volverá a ver, no
 solo porque es muy probable que a él lo arranquen un día de su esquina
 querida, sino porque sabe que los tiempos que corren son también
 difíciles para tipos como el que esto escribe, y sabe que no sería raro 
que yo cayera una noche en alguna alcantarilla del barrio, y allí me
 perdiera para siempre, rumbo al mar del que nadie vuelve. Pero no 
nos pongamos tristes, no pensemos en los presentes que desaparecen,
 no pensemos en los libros de papel, vagabundos ya la mayoría,
 abandonados en los rincones de las ciudades o sepultados por las 
prisas. O sí, pensemos en ellos, olvidemos las prisas y pensemos en 
los libros que acunaron nuestros sueños con sus hojas despiertas, 
y pensemos también en aquellas cartas escritas a mano, y en el eco 
de un fanzine rebelde, y en el bloc de notas donde alguien escribió 
una poesía para que te encuentres con ella cuando menos te lo esperas.
 No, no nos pongamos tristes: vámonos con el buzón a cenar a un
 restaurante, y nos darán una carta, y con suerte nos darán dos cartas, 
y cenaremos y cuando veamos que no podemos pagar, llamaremos a la
 cartera, que vendrá a ayudarnos y pagará la cuenta con cartas llenas de
 arte y sobres llenos de páginas en blanco. Y serán páginas en blanco que
 quitarán el dolor, porque sí, porque saltaremos por encima del rebaño 
y llenaremos las páginas en blanco con abrazos a todo color.