Lo confieso, me gusta el fútbol y algún partido estoy
viendo.
No pierdo los nervios por una decisión arbitral ni me desespero por
un
gol que no llega o una clasificación para octavos o para, yo qué sé,
vigesimosegundos. Es un juego, con variantes y movimientos donde
lo que menos
me importa es quién gane. Para mí, que suelo estar con
hambre de armonías,
rimas y bellezas, lo atractivo es lo otro, los colores,
las curvas infinitas
que una pelota pueda trazar… Me pasaba cuando
solía jugar, de jovenzuelo
acompañado por amigos y por humos del
buen fumar, a juegos de mesa, no solía
ganar muchas veces, porque
estaba más pendiente de las formas y colores de las
fichas sobre las
formas y colores del tablero, que de calcular fríamente la
mejor
estrategia para ganar la partida. Y eso que a veces me dejaba llevar
por
el ansia de demostrarles a los otros lo inteligente que soy, o lo
astuto, o lo
yo qué sé, pero al final me fui apartando de según qué
gente, aquella que ni
sabía ganar ni perder, y me alejé también de
los humos del buen o del mal fumar.
Pero vuelvo al tema: ¿Quién
ganará el Mundial? Me da igual, y además mundial no
solo hay uno,
hay de baloncesto, de balonmano, de esto, de lo otro, los hay
masculinos, femeninos… hay sub 21, sub 19, y subterráneos
también los hay… En
fin, lo sé, mi forma de ver estas cosas no
es la habitual: ayer me alegré con
el gol de España, pero
también me alegré con los dos goles de Japón. No es
que
fueran alegrías maravillosas. Fue otra cosa,
algo así como ecos de alegrías,
intentos fallidos
de otras energías más intensas, energías
que no abundan en
los campos de fútbol,
ni en los campos de Castilla ni en los
campos de
concentración…
Son ecos, quizá recuerdos borrosos de cuando
sabíamos que lo
importante no es ganar,
que lo importante es vivir. Y dejar vivir.
Vivas en el
país que vivas, hables la lengua
que hables, desees con el cuerpo y el alma
que
desees… O incluso si sueñas con un país
que no existe en los listados oficiales
de la FIFA,
y sueñas que un día ese país pueda jugar con
otros países y
decirles, por ejemplo:
Bon dia, vols jugar amb mi?