divendres, 2 de desembre del 2022





 



Lo confieso, me gusta el fútbol y algún partido estoy viendo. 
No pierdo los nervios por una decisión arbitral ni me desespero por 
un gol que no llega o una clasificación para octavos o para, yo qué sé,
 vigesimosegundos. Es un juego, con variantes y movimientos donde 
lo que menos me importa es quién gane. Para mí, que suelo estar con
 hambre de armonías, rimas y bellezas, lo atractivo es lo otro, los colores,
 las curvas infinitas que una pelota pueda trazar… Me pasaba cuando
 solía jugar, de jovenzuelo acompañado por amigos y por humos del 
buen fumar, a juegos de mesa, no solía ganar muchas veces, porque
 estaba más pendiente de las formas y colores de las fichas sobre las
 formas y colores del tablero, que de calcular fríamente la mejor
 estrategia para ganar la partida. Y eso que a veces me dejaba llevar 
por el ansia de demostrarles a los otros lo inteligente que soy, o lo
 astuto, o lo yo qué sé, pero al final me fui apartando de según qué 
gente, aquella que ni sabía ganar ni perder, y me alejé también de 
los humos del buen o del mal fumar. Pero vuelvo al tema: ¿Quién 
ganará el Mundial? Me da igual, y además mundial no solo hay uno, 
hay de baloncesto, de balonmano, de esto, de lo otro, los hay 
masculinos, femeninos… hay sub 21, sub 19, y subterráneos 
también los hay… En fin, lo sé, mi forma de ver estas cosas no 
es la habitual: ayer me alegré con el gol de España, pero 
también me alegré con los dos goles de Japón. No es 
que fueran alegrías maravillosas. Fue otra cosa, 
algo así como ecos de alegrías, intentos fallidos 
de otras energías más intensas, energías 
que no abundan en los campos de fútbol, 
ni en los campos de Castilla ni en los 
campos de concentración… 
Son ecos, quizá recuerdos borrosos de cuando 
sabíamos que lo importante no es ganar, 
que lo importante es vivir. Y dejar vivir. 
Vivas en el país que vivas, hables la lengua 
que hables, desees con el cuerpo y el alma 
que desees… O incluso si sueñas con un país 
que no existe en los listados oficiales de la FIFA, 
y sueñas que un día ese país pueda jugar con 
otros países y decirles, por ejemplo: 
Bon dia, vols jugar amb mi?