dilluns, 10 d’octubre del 2022





 



Versión nueva de una viñeta que sombreé hace una docena de años. 

Cuando la publiqué hace tantos años no la acompañé
 con ninguna reflexión del tipo "Nótese la absurdez de la escena,
 pues bien sabido es que sin luz y sin cuerpo la sombra no existe, y
 por tanto ¿qué hace esa sombra ahí tan sola?" No, no lo dije entonces. 
Y no lo dije porque parte de la gracia está ahí, en esa absurdez. Pero...
 ¿quién dice que las sombras han de estar adscritas siempre a algo?
 ¿Acaso no pueden vivir por ellas mismas? ¿Somos en realidad
 sombras desesperadas que buscan en la oscuridad su propio 
cuerpo? ¿O su propia luz? 

Eso, claro está, nos llevaría a debates filosóficos, físicos cuánticos y 
de todo tipo que me encantaría desarrollar pero no cabrían en estos
 mundos tan rápidos y tantas veces tan absurdos de blogs y redes
 sociales y likes y lo ke sea con tal de ganar followers y más 
likes y más lo ke sea. 

Así pues, no diré mucho más, que cada cual converse de esto con 
quien quiera, con su propia sombra por ejemplo. O, si tú eres una 
sombra aventurera o eres una sombra de lo que fuiste, también es 
buena idea hablar contigo misma de todas estas cosas.

Yo cerraré este post y hablaré con mi yo, lo cual no querrá decir que 
seré egoísta o egocéntrico, querrá decir que me gusta pensar en mis
 luces y en mis sombras, y también en mi yo y en mis nosotros. Es bueno
 hacerlo de vez en cuando, lo dijo Ana Isabel Méndez: "El yo es quizás lo
 más incierto y difícil que nos ha tocado definir [...] Es tarea del lenguaje
 darle forma, y es tarea de la literatura darle abrigo". 

Quizá sea esa una buena tarea, narrarnos, a nosotros y a los demás, 
y que los demás se narren también, que hagan también literatura de 
sus pensamientos, sé que no van por ahí los tiros de la mayoría, pero 
el camino de nuestras luces y de nuestras sombras sí va por ahí,
 necesitan que los pensemos. Sí, narrar nuestro caminar, para 
no perder eso indefinible y maravilloso que somos. Para no 
borrarnos del mapa con likes muy veloces y muy vacíos.
Para encontrarnos un día por la calle con una sombra 
y verla. Y escucharla, aunque solo tenga 
en su voz un chiste tonto. O un 
pequeño reflejo de sol.