divendres, 28 de febrer del 2020











No hace mucho surgió la polémica de si un plátano pegado con cinta adhesiva en 
la pared es arte o no. ¿Arte conceptual? ¿Caquita, sin más? Para mí el debate no 
está ahí (que cada cual entienda por arte lo que le dé la gana, hay quien a la comida 
rápida la denomina comida y hay quien a eso lo llama ¡brooughhoorrrk’ascooo…!), 
el tema es qué precio le ponen al tema. Que alguien pida, yo qué sé, 250.000 
euros por un vaso de agua es, por más reflexión teórica que añadan, un 
intento de fraude, artístico o no, pero intento de fraude. 

Me encanta el expresionismo abstracto, también Kandinsky, mucho más que un 
paisaje hiperrealista o un cuadro de Velázquez. Pero eso es cuestión de gustos, y 
no voy a entrar en eso, la cuestión de fondo, si hablamos de grandes sumas de 
dinero, está en lo que se paga por según qué cosas y lo que se paga por según 
qué otras. ¿Cuánto cobra una gran estrella del deporte hoy día? ¿O una cantante 
súper famosa y súper de moda? ¿Cuánto cobra la persona que transportó aquel 
plátano del mercado de abastos a la frutería? ¿Cuánto el agricultor? ¿Cuánto gana 
la camarera que sirve las copas en la inauguración de la más exclusiva y 
vanguardista galería? ¿Cuánto vale la creatividad de miles y miles de artistas 
que no encuentran siquiera un mínimo espacio donde ganarse el pan y el techo? 

Que vivimos en una injusticia social cotidiana ya lo sabe hasta el más tonto del 
barrio. Que la mayoría no busca alternativas más justas y sostenibles, también. 
Visto lo visto, lo más fácil es ni pensarlo ni sentirlo. Lo más fácil es despreciar, 
por ejemplo, la vida de aquel animal que tuvo una vida de mierda para 
que un consumidor de mierda se coma un menú de mierda en un local 
muy de moda y muy, también, de mierda. 

O quizá eso no es lo más fácil, quizá esa actitud es la que lo embrolla todo y hace 
de la vida, y del arte, un lugar feo y fraudulento (o fraudurápido) (hasta luego) 
(otro día diré cosas más divertidas) (hoy no tengo tiempo) (hoy he de llevar un 
camión de estiércol a un huerto) (o mejor lo descargaré en la jeta del dueño de 
una cadena de supermercados) (ay… eso sí sería una auténtica obra de arte)



X.S.