dimecres, 26 de gener del 2022





 



Sí, el anciano que pasea por la calle ya sabe que antes del capitalismo 
el egoísmo ya existía, pero también sabe que en la historia, como en 
la vida, podemos aprender de las experiencias dañinas y mejorar 
o podemos, ele que ele, insistir en el error nocivo e incluso crear mil 
y una autopistas, mil y una líneas de muy alta tensión, mil y una 
guerras que nos lleven, una y otra vez, al mismo dolor.

Y el anciano, un minuto después, se da cuenta del ele que ele 
y se dice Eso sí que es un elol, pelo es glacioso… Y sonriendo y
 recordando la sonrisa de aquella mujer con quien solo pudo 
sonreír durante unos pocos años, entra en el paso de peatones 
y una furgoneta de reparto se lo lleva por delante.

La repartidora iba con prisa y el móvil no dejaba de repartirle
 notificaciones y el anciano, muerto al instante, no ha tenido tiempo 
de salir de la sonrisa y, en bucle, ríe y juega una y otra vez con
 aquella mujer, su madre, en aquella cárcel inmunda de la Una, 
Grande y Libre España de los años cuarenta.

Y la madre lo acoge de nuevo en sus brazos. Y sonríen sin miedo en
 aquella barricada donde ella lo crio, aquella barricada que nunca 
se cansó de cantar mil y una canciones de la revolución.
 
 











(la viñeta es versión nueva de una que hice hace unos años) 
(el texto es de hoy)