dimarts, 23 de març del 2021





 




—¿Tienes un ratito para charlar, Cactus?

—No.

—¿Y un gatito?

—No, Ximo, no tengo.

—Vaya, qué arisco.

—Es que no puedo, Ximo. Tengo que arreglar unas goteras.

—¿Tienes goteras en el desierto? ¿O son gateras lo que tienes? 
(Je je je… qué ocurrente soy…)

—Goteras, Ximo, goteras.

—Sí que estás arisco, sí.

—Es que no estoy para bromares, hoy. Oy oy oy.

—¿No estás para bromares oy oy oy, Cactus?

—No. Ni para bramares ni broncares estoy yo hoy, Ximo. No no no.

—¿Puedo preguntarte una cosita, Cactus?

—Sí, pero rápido, que tengo goteras en el desierto hoy.

—¿Oy oy oy?

—¿Me haces la pregunta ya o me tengo que esperar 
hasta que las ranas críen ganas?

—Vaya… Qué sugerente eso de las ranas… Pero sí, la pregunta: 
¿Tú por qué no llevas mascarilla, Cactus?

—Porque tengo problemas respinchatorios, Ximo.

—¿Y si no tuvieras problemas respinchatorios, llevarías mascarilla?

—La llevaría en espacios donde no fuera posible.

—¿Dónde no fuera posible qué, Cactus?

—¡Donde no fuera posible mantener la amistancia de seguridad, Ximo!
 ¡Jo, pareces tonto, qué preguntas más bobas haces!

—Sí que estás arisco oy oy oy, Cactus…

—Es lo que tiene vivir en el desierto, Ximo, 
que uno está arenisco y, claro, oy oy oy…

—Venga, que te ayudo a arreglar las goteras esas.

—Vale.

—Bien, pues despidámonos de nuestro querido y bello público, Cactus.

—Adiós, querido vello púbico. Hasta otro gatito oy oy oy.

—Hasta luego…