dijous, 29 d’octubre del 2020










A veces es tan sencillo como eso, sentir el airecito bueno y dejarse 
acariciar por el solecito. Hay veces que no, que no es tan sencillito, y 
hay otras veces que es cuestión de actitud, de hacer un poco (o un 
mucho) de esfuerzo y ver el lado boniato de las cosas. Y además dicen 
(con razón), que el lado boniato de la vida es nutritivo y aporta energía 
física y mental. Y es una raíz, ahí donde la ves, sí sí sí: el lado boniato 
de las cosas tiene su profundidad, su naturaleza y su honestidad. 

Hoy, dibujando, me doy cuenta de que hace un día boniato. Es verdad 
que no puedo salir a disfrutarlo (estoy confinado) (son las cosas de 
los virus famosos) (por suerte aquí lo estamos pasando sin grandes 
gravedades, como una gripe de esas muy fastidiosas pero van pasando 
los días y ya cada vez estamos mejor). Y lo que decía, no puedo salir 
a disfrutarlo, salir a caminarlo como me gusta cuando los días son así 
(y cuando los días son asá también me gusta caminarlos, y disolverlos 
un poco, y revitalizarme). Y lo que decía, que hoy hace un día boniato, 
es posible respirar, es posible dibujar, es posible asomar la cabecita a 
la calle y sentir el sol. Así pues, aunque sé que hoy el día es más o 
menos como tantos otros días insulsos, me digo que hoy hace un 
día boniato. Sí, sí, sí: un día raíz, un día natural, un día tan bueno 
como cualquiera otro para sonreír, a pesar de los posares (sí, posares, 
la tristeza, como la alegría, muchas veces se disfraza de posares, 
de poses, y también de postureos). Pero lo que decía, hoy hace 
un día boniato, y eso hay que celebrarlo.