No surgen de la
chistera de ningún mago, personajes así.
Son fruto de un error: creer que a la
humanidad la salva de sus miserias un
gran —o una gran— líder. Trumpo y Hitlerio
surgen del mismo sustrato, de ahí de
donde se nutren esos que anuncian
reconquistas o aquellos que alaban matanzas al
grito de Aladino es grande.
Crecen salvapatrias allá donde la gran mayoría calla, aquí
donde la gran masa
se conforma con su papel de espectadora, mientras es engañada,
explotada y
efsqualikstringueada (esta última palabra está en el diccionario
de la Real
Academia del Abracadabra) (Sí sí sí).
Lo vemos en las
redes sociales a diario: el espíritu crítico, la creatividad,
el compromiso
social, solo existe en algún que otro pequeño islote, mientras la
gran mayoría
se dedica a posar con esa apariencia de esperar quién sabe qué,
quién sabe
cuándo, quién sabe cómo, quién sabe dónde estará mi carro,
aquel que me robaron
anoche mientras me hacía un selfie.
No van a solucionarnos
nuestra historia (ni nuestra story) las palabras de ese
iluminado, de aquella
famosa o de esa activista. Estas palabras que ahora lees
tampoco lo harán. Crea
tus propias palabras, tu propia visión del mundo y
compártela, haz ese
esfuerzo, porfa. Love first, Mr Trumpito. Love first, my
friend. Love first, my
love. Ya lo decía la canción: Lo que necesitas es
amorrarte (amorrar es un verbo)
(no confundir con el verbo almorranar,
no no no). Yes, it is: amor, amor del
buenorro is all we need: amor que siente,
amor que piensa, amor que camina y
dialoga. Amor que actúa.
Lo otro —la vida
ausente y cotidiana de cada día— alimenta vacíos, grandes
vacíos que personajes
como Trumporro o el Jeque machistorro de turno llenan
con su grande y sanguinaria
memez. La alternativa a ese horror está en cada cual
y en cada cuala (sí,
cuala) (un cuala es un animalito muy bonito que vive en
Australia) (ay ay ay…)
(mira que no saber qué es un cuala…) (menos mal
que estoy yo aquí para explicaros
las cosas importantes…)