Ni dios ni amo ni bandera ni guerra.
O, como dijo Saramago: "Porque la patria, Brasil, Portugal, cualquiera,
es coto de algunos, nunca de todos, y los pueblos sirven a sus dueños
creyendo que es a ella a quien sirven. En el largo y siempre crecido
rol de las alienaciones, ésta es, probablemente, la mayor".