dissabte, 5 de febrer del 2022









Hace un par de semanas, cuando publiqué la otra viñeta de huevos,
 anuncié que pronto haría otra. Y aquí está. En la anterior ocasión
 acompañé la viñeta con un breve ensayo sobre el tema de los 
encuentros y los desencuentros y las armonías y las tocadas 
de huevos y las asambleas internas y externas. Hoy soy más breve, 
no porque no tenga huevos para decir más, o porque sea yo un gallina 
o una gallo o un lagartijo que por aquí pasaba y que ya se ha ido. No. 
Soy breve porque he quedado dentro de un rato con altas 
personalidades de la alta política y de la alta fabricación 
de armas y de la alta mamarrachez (que al final todo viene 
a ser lo mismo). Sí, he quedado con esas elegantes y sanguinarias 
bestias y tengo que preparar unas tartas muy grandes y muy llenas 
de nata para estamparlas en sus caras duras en el circo ese tan 
estúpido que tienen montado y ya va siendo hora de poner 
una coma o nos quedaremos sin respiración, bien. No sé cómo 
irá la cosa, así que si no me volvéis a ver el pelo es que morí 
en el intento. También puede ser que no llegue a superar la 
primera línea de guardaombligos, pero en todo caso me 
reiré un rato. Hala, hasta luego, que se me hace tarde…