dimecres, 12 de maig del 2021






 


Cuando María me encargó CUATRO tazas, lo primero que pensé 
es que mi prima (María es mi prima) se había vuelto tazapatómana. 
La tazapatomanía es, para quien no haya estudiado como yo en la
 Facultad Compulsiva de Ciencias de la Adicción, algo parecido a 
la ludopatía pero en tazas. Bien, hecho el apunte académico, el caso 
es que después de mirarla con cara de extremada (y atontada)
 preocupación durante CUATRO horas, CUARENTA minutos y
 CUATROCIENTOS segundos, descubrí que mi prima no tenía 
ningún problema, que el problema lo tenía yo, por malpensadópata, 
y que las CUATRO tazas eran para su familia, y que yo debía 
ponerme en marcha YA y trazar un plan de poesía gráfica 
YA para estar a la altura de su generosa demanda YA.







 



Y así lo hice, me puse en marcha y manché unos cuantos folios 
con lapiceros (los lapiceros, por cierto, no se pueden contar 
en plan uno, dos, tres, cuatro, cinco, seis… porque, ya se sabe, 
son lapi ceros) (sí, es un chiste malo y facilón) (lo sé) 
(pero no lo borro) (ni lo burro) (ahí se queda). 










Y después de algunas manchas quijotescas encontré, en algún rincón de 
los folios, unas cuantas pistas que me llevaron, por fin, a lo que os
 estaba contando, a las CUATRO tazas para la familia de María. 
Y aquí las tenéis, instaladas en su hábitat natural y rodeadas de
 hogareñas solrisas (sí, solrisas) (las solrisas no son muy 
académicas, pero son muy luminosas) y, también, vigiladas 
por alguna que otra duendecilla traviesa.










Gracias, María, por la confianza. Y ahora que falta poco para tu cumple:
 Que cumplas muchas alegrías más, tan bien acompañada 
como estás y con tanta sabiduría como siempre :-)














Las fotazas son de Mónica :-)