Con la excusa del pulso entre dos nacionalismos tenemos
la oportunidad, si nos da la gana, de reactivar el
pulso maltrecho de nuestra democracia.
la oportunidad, si nos da la gana, de reactivar el
pulso maltrecho de nuestra democracia.
Y, si no nos da la gana, la dejaremos ahí
donde está desde hace tiempo y resolveremos
esta oportunidad a golpes, a gritos, a insultos y
a ver quién tiene la brutalidad más gorda.
Pero no, espero que la salida sea la de tomarle
el pulso a nuestra democracia y cuidarla y darle
salud y buenos alimentos. Y después del discurso
de Puigdemont hoy en el Parlament (en resumen ha
dicho que Cataluña se ha ganado el derecho a convertirse
en un Estado independiente en forma de República, pero apuesta
por suspender temporalmente la declaración de independencia para
abrir un espacio de diálogo con el gobierno español y negociar
un acuerdo) esa salida es posible, y en mi opinión esa
salida debe tomar la forma de un referéndum
un acuerdo) esa salida es posible, y en mi opinión esa
salida debe tomar la forma de un referéndum
pactado. Pero, lo sé, para eso hace falta
que el independentismo catalán no se
esconda en su rincón más cabezón
y que el Estado español no se
encierre en la represión
como hasta ahora y
tienda por fin
la mano para
resolver
que el independentismo catalán no se
esconda en su rincón más cabezón
y que el Estado español no se
encierre en la represión
como hasta ahora y
tienda por fin
la mano para
resolver
el
conflicto.
conflicto.
Un referéndum
pactado es la vía más
saludable para nuestra
democracia, lo demás es poner
los sentimientos patrios propios
como excusa para amenazar, insultar
y tratar de aplastar la dignidad y el derecho
a existir de los sentimientos patrios ajenos.
Creo que es la hora de darle esa alegría a nuestra
democracia, soy consciente de que la celebración de
ese referéndum (si finalmente se consigue hacer) no será
suficiente para que se levante eufórica de su larga convalecencia
y se ponga a bailar reguetón (¡por favor, eso nunca! :D), pero
sí le dará oxígeno para afrontar nuevas audacias. Sé que la
audacia de independizarnos de la Grande Banca y de las
Grandes Cacas que nos explotan sin piedad cada
día es una audacia que todavía queda lejana.
Pero de pequeñas audacias se componen
los grandes sueños que no temen
hacerse realidad. Y en
nuestras manos
está hacer
de la
vida sueño
fértil o hacer
de la vida ruido
y griterío estéril.
Y quien quiera arrancarnos
de las manos el sueño despierto de
la democracia, que se encuentre con
gente como aquellas personas que se
apoyaban unas a otras para proteger
las urnas el 1 de octubre. Esa es
nuestra vía, la pacífica. La otra,
la violenta, hay que echarla
fuera sin piedad.
Cuanto antes mejor.