Un fragmento del manifiesto que hizo José Saramago en marzo de 2003:
“Hasta ahora la Humanidad ha sido siempre educada para la
guerra, nunca para la paz. Constantemente nos aturden las orejas
con la
afirmación de que si queremos la paz mañana no tendremos
más remedio que hacer
la guerra hoy. No somos tan ingenuos para
creer en una paz eterna y universal,
pero si los seres humanos hemos
sido capaces de crear, a lo largo de la
historia, bellezas y maravillas
que a todos nos dignifican y engrandecen,
entonces es tiempo de
meter mano a la más maravillosa y hermosa de todas las
tareas:
la incesante construcción de la paz. Pero que esa paz sea la paz
del respeto
humano, no la paz de una sumisión y de una humillación
que demasiadas veces
vienen disfrazadas bajo la mascarilla de una
falsa amistad protectora. Ya es
hora de que las razones de la fuerza
dejen de prevalecer sobre la fuerza de la
razón. Ya es hora de que
el espíritu positivo de la Humanidad que somos se dedique a
sanar las innúmeras miserias del mundo”.
Y otro fragmento, también de aquel manifiesto de Saramago:
“Sin paz, sin una paz auténtica y justa, no habrá derechos
humanos.
Y sin derechos humanos la democracia nunca será más que una ofensa a la razón”.
Y sin derechos humanos la democracia nunca será más que una ofensa a la razón”.