Ayer en una tertulia de esas bien pagadas alguien dijo algo así:
"La crisis provocada por los transportistas...". Muy bien, todo fantástico
y estupendo, la crisis es nuestra, siempre nuestra, del trabajador o
trabajadora o parado o parada o simplemente superviviente de a pie,
nosotras nos lo guisamos y nosotras nos lo comemos, nunca es la crisis
ni el robo a gran escala (llámalo robo a secas, llámalo robo legalizado)
de las grandes corporaciones con sus grandes beneficios, no, eso es
sano y natural, eso es libre mercado y tal. Y así nos va, muy bien, un
aplauso y a mirar para otro lado, siempre hay cosas mejores o más
urgentes que hacer, no importunemos a las grandes fortunas con
nuestros problemas, ni a los grandes gobiernos ni a las grandes
tonterías que reinan noche y día. Por cierto, la guerra sigue, allí y aquí,
pero para qué sacar las neuronas a pasear, la culpa es del cha cha chá,
o del árbitro o de las energías telúricas del más allá. Todo bien, todo va
a salir estupendamente bien. O eso dicen las lumbreras que nos llevan al
sacrificio (llámalo sacrificio, llámalo matadero legalizado). Hasta luego,
otro día contaré algo divertido. O no. Visto lo visto, qué más da.