dissabte, 12 de febrer del 2022





 



La señora sentada en un banquito del parque hojea una revista. 
Ella es elegante de ropa y de gestos y su mirada pasea entre las
 páginas de un número antiguo de “Festividades”, una revista dedicada
 en exclusiva a las fiestas de la ciudad. Y decíamos que ella es elegante 
y nos sorprende ahora descubrir en su calzado una nota discordante:
 zapatillas de estar por casa ¡y calcetines de lana! Pero algo brilla en los
 ojos de la señora cuando lee “entrevista con la reina de las fiestas” y se
 ve a sí misma hecha una jovencita que posa inocente para la posteridad.
 Ella, la Reina de las Fiestas, decía cosas en la entrevista, y muchas de esas 
cosas eran invención del entrevistador, alguien del que no recuerda la cara, 
solo la voz, tan parecida a la de su padre… Él la mira desde una foto, también 
está ahí su madre. El padre y la madre, uno a cada lado de la joven 
sonriente en el salón de familia bien, administran y exportan altanería 
en cada movimiento congelado: la familia era poderosa, y la hija, 
la piedra más preciosa de la casa, era la reina.

Y la huérfana expulsada del paraíso cierra la revista y mira la foto 
a todo color de la portada, y apenas se reconoce en esos ojos confiados. 
Y las paredes de la memoria se derrumban a cámara lenta, y con las
 paredes se hunden también los cimientos y su mano busca en el móvil 
a su psicóloga pero eso también cae. El árbol que tiene detrás la agarra 
y la lanza para que vuele con las palomas con las que jugaba de niña, y
 ella besa entre las nubes aquel primer beso que nunca se repitió, y cerca
 del sol una pirámide ordena y manda. Y la angustia la acuchilla, y litros 
de lágrimas no derramadas aplastan su pecho, y su cabeza desconecta 
y la señora cae al suelo como un saco de patatas.

Alguien la alojará en alguna estadística de enfermedad mental, 
pero ella planea noche y día, desde su rincón preferido bajo los
 escombros, exiliarse a una sencilla cabaña. Y es que ella ya no 
quiere ser reina, ni tampoco sierva, aunque ninguno de los locos 
que le organizan la vida haya caído todavía en ese detalle.