Fue hace casi 3 años cuando hice la viñeta de la duendecilla
y entonces no pensé que ella viajaría tanto de aquí
para allá con sus preguntas
aduendadas.
Pero sí. Sí que ha viajado. Ya el año pasado se subió a
unas cuantas tazas y rodó con
alegría curiosona por caminos y
veredas, y en estos 2 primeros meses del año,
gracias a un encargo
de Teresa (en realidad un encargo muy variado y muy múltiple),
ha salido cabalgando a lomos de tazas y camisetas rumbo a hogares
y escondrijos de Córdoba,
Ciudad Real y también rumbo a unos
cuantos barrios de Madrid. Incluso la
duendecilla se ha dado
el gusto de mutar en duendecillo en alguno de esos
viajes.
Le agradezco a Teresa el (los) encargo(s), pues gracias a
su
iniciativa ahora me llegan ecos de la duendecilla aventurera,
ecos que me dicen
que ella está feliz en los nuevos lugares
y con las nuevas gentes.
Y eso es
bien, claro que sí, eso anima a hacer preguntas así,
preguntas que no se cansan
de imaginar nuevas maneras de buscar.
Y nuevas maneras de encontrar. Porque la
tristeza, el dolor y el
sufrimiento no son la respuesta definitiva. Tampoco la
guerra lo es.
Y diría más, pero no quiero interrumpir el nacimiento de tus
propias preguntas (y respuestas) aduendadas, así pues…
¡Hasta luego,
duendecillas y duendecillos!