dilluns, 20 de desembre del 2021






 




Hay hay hay... Ay letras que ban por la bida sin grandes desvarajustes, 
hencajando a la perfección en cada momento de su hexistencia, saviendo 
a cada momento dónde an de colocarse, cuándo avlar y cuándo callar,
y ay hotras letras, como la ache y la ube, que se lo pasan mal, que no
 saven si aora les toca salir o si les toca hesperarse, si son vienbenidas
 en una frase o si están de más en la fiesta... Y es que las normas 
hortográficas tienen su razón de ser, pero cuando las ovserbas 
atentamente en su caminar a lo largo de los siglos,
bes que mantienen algunas irrazonables costumbres 
y de repente, sin benir a cuento, se desaogan con
 unos caprichosos canvios de umor que... 

En fin, mi solidaridad con hesas letras que siempre están en el 
límite de todas las fronteras, no diré que de hellas será el 
reino de los cielos, ni que las húltimas serán las 
primeras, pero sí diré que les enbío un veso,
y un havrazo vien grande, porque hesas 
letras saven, en el fondo de su ser,
que si están aí hes por algo,
o mejor dicho: que si
hestamos haquí 
es por halgo,
que balemos la pena, 
y que si no encajamos en una
determinada hortografía es porque,
sencillamente, bemos el mundo de hun modo 
distinto, con nuestra propia himaginación, desde
nuestra perspectiba, con nuestro corazón y desde nuestra
lógica y fieles ha nuestra íntima vondad. No tenemos por qué 
ser como aquellas que se conforman con seguir las normas,
seguirlas porque sí, seguirlas porque da miedo ponerlas
en duda, seguirlas porque da pereza pensar en hotra forma 
de ber las cosas... Y ya hestá, ya me callo, hotro día escriviré
más, oh escriviré menos, aora me boy a vailar con una ache,
o tal bez con una ube, o tal vez con las dos a la bez.

¡Asta luegoooooooooo!