dimarts, 22 de novembre del 2022





 



Hay un apasionado debate en nuestra sociedad sobre qué diferencia 
hay entre un refrán y una frase hecha. No hay conversación que no
 incluya, de un modo u otro, esa inquietud, y es una inquietud que se
 palpa en los bares, en las calles e incluso en las alcantarillas, donde
 ratas y cucarachas se reúnen en tertulias para hablar del tema. 
Es tal la intensidad de los debates, que mucha gente no puede dormir, 
y miles de almas en pena se despiertan por las noches para preguntarle 
a su pareja o a su soledad qué opinaba al respecto Miguel de Cervantes 
o Ana María Matute. Incluso los cementerios bullen de preguntas y
 respuestas sin fin, y los nichos se pasan a escondidas unos a otros
 diccionarios etimológicos de la lengua castellana, y organizan eventos
 donde acuden personalidades expertas en estas cuestiones como María
 Moliner o Menéndez Pidal. Y daría yo ahora mi opinión sobre el tema, y
 más después de la acalorada discusión que tuve la otra noche con Lola
 Flores sobre filología comparada, mientras ella y yo bailábamos hasta el
 amanecer a lomos de un corcel que ella se inventó, pero si soy honesto
 es un tema este que no me interesa. Y además no me importa. Y además
 está de más lo que opinen los demás o tú o yo. Y me tengo que ir, que ya
 llego tarde y el tiempo vuela sin alas y a buenas horas mangas verdes.

 Hasta luego, y buen provecho, y por cierto, no olvidéis lo que dice el
 refranero: Cada almeja con su pareja, ¿o era cada fresa? Sí, cada fresa
 con su flan, era el reflán. Sed felices. O, si no lo sois, no paséis mucha
 sed, y si la tristeza os abunda el alma, recordad que no hay daño que 
no tenga apaño. Aunque esta semana haya muerto Antonio Escohotado, 
y Pablo Milanés, y Rosarito, que seguramente no es vuestra vecina pero
 sí es la mía. Descansen en la claridad mental, y en la música abrazadora,
 y en las risas limpias que supieron dar tantas y tantas veces. Hasta
 luego, corazones y flanes de la pradera, nos vemos en los cielos y 
en las tierras, en las lluvias y en los vientos. Nos vemos en las 
fresas que nacen noche y día en nuestros corazones.