dilluns, 6 de juliol del 2020













—Cactus, ¿te puedo hacer una pregunta?

—¡Pus claro que sí!

—Bien, si el pustureo es un gran granito llenito de… de eso, entonces… ¿Qué es el postureo?

—¡El postureo es el espejito llenito de pus, Ximo!

—¡Jo! ¿Y es necesario que seas tan fino y elegante cuando hablas, Cactus?

—¡Es inevitable! ¡Todo yo soy finura y elegancia!

—Cactus, ¿tú no pillas las ironías?

—¿Yo? ¡No! ¿Tú sí lo haces, Ximo? ¿Tú cepillas las ironías?

—No, yo no cepillo las ironías. ¡Yo les paso el peine! ¡Ja ja ja ja! (a ver si se entera este Cactus de que yo también soy muy gracioso)

—¡Uy! ¿Tú les pasas el pene a las ironías, Ximo?

—¡Cactus! ¿Qué dices?

—¡No te avergüences, Ximo! Yo tenía una amiga que las ironías se las pasaba por el clítoris! ¡Y eso le alegraba el día!

—Cactus, mejor cambiamos de tema.

—¿Por qué?

—Porque es hora de decirle algo al público.

—¿Al vello púbico?

—Al bello público, Cactus. ¿No te acuerdas que le pregunté a la gente si quería volver a verte?

—No, yo no me acordono, no.

—Bah, déjate de tonterías, Cactus, que ya lo sabes, que te echaban de menos, que llegaron muchos 
mensajes y comentarios por Facebook, Instagram, Twitter…

—Tampoco llegaron tantos…

—¡Reconócelo, Cactus, no te hagas el modesto! ¡Tú eras un poco famoso, hace años!

—Sí, yo era un poco fimoso, y, claro…

—Fimoso, dice…

—Sí, fimoso y mimoso, y, claro…

—Venga, agradece al público sus muestras de cariño.

—¡Gracias!

—¿Y no vas a decir nada más, Cactus?

—¡No!

—Entonces… ¿Cerramos así este post, sin más?

—¡No!

—Entonces, ¿cómo lo cerramos?

—¡Pus no lo sé!

—Ay ay ay… Cuánto costará de criar, este cactus…

—Ay ay ay… Cuánto costaré de criar…