dissabte, 14 d’abril del 2018





Salir por babas - 41 











Lo confieso: En ocasiones veo zombis. Millones de 
zombis abducid@s por la promesa de hincarle el diente 
a la fortuna prometida. Ric@s y aspirantes a ric@s desprenden 
un tufo a inhumanidad insoportable. Quizá sea un problema mío 
neuronal, porque casi nadie siente ese horror, casi nadie huye de los 
zombis o se enfrenta a ell@s, antes al contrario, se dejan mordisquear 
mientras van al cine, o al trabajo, o a cenar con amig@s... y cada vez 
hay más podredumbre en el ambiente. Y ahí están: riéndose 
autocomplacid@s de la justicia social, de la solidaridad, 
despreciando lo más hermoso del ser humano... Sí, 
quizá el problema lo tenga yo, pero ya no pido 
perdón por ver zombis. Ni me canso de 
cantar con Rosendo aquello de Me resisto 
a ser la presa... Y bailo a solas con mi 
alegría aunque nadie la entienda, 
porque estoy vivo, y porque 
no me rindo. Todavía sé 
respirar de verdad, 
todavía sé sentir 
el aire fresco...