"Llena con tu sol el vacío de tus noches."
Alejandra Pizarnik
YO
Yo he recorrido a pie el camino gris de la vulgaridad
y he sentido el cansancio de no ser.
He pasado sobre aquellos
que, no teniendo valor para llegar hasta el final,
se acostaron a dormir su cobardía,
arropándose con los harapos descoloridos de lo fácil.
He luchado noches enteras con el sueño y la fatiga,
que, sabiendo de mi humilde cuna,
tratan de clavar su garra en mi cerebro.
He llegado al final de este camino
y he penetrado en el valle donde,
escritos en cada puesta de sol,
están los nombres de los que fueron algo.
Si al dejar de ser materia y abandonar este valle
no consigo que mi nombre se escriba junto al suyo,
al menos me iré con la satisfacción de saber
quiénes fueron y haberles comprendido.
Miguel Gila
"Hay almas a las que uno tiene ganas de asomarse, como a una ventana llena de sol."
Federico García Lorca
Muchas gracias, Estrella ( El mundo de Gila ), por descubrirme estos meses las múltiples y
buenas artes de Miguel Gila. Hasta hace poco él era para mí poco más que aquel señor que salía por la tele
a hablar con el enemigo. Aunque... bien pensado... tener valor para hablar con el enemigo no es poco, y además
hacerlo dibujando sonrisas y despertando risas a propios y extraños... eso es tener muchísimo arte :-)
Mario Levrero escribió un día este pasaje: «Movió la cabeza, mientras se alejaba, diciendo: "Los más grandes son
siempre los más humildes". Eso me alegró el corazón». Y eso es verdad cuando te encuentras a Gila en una
siempre los más humildes". Eso me alegró el corazón». Y eso es verdad cuando te encuentras a Gila en una
viñeta de humor gráfico, o en un poema, o en un monólogo, o en una película o en cualquier
otro sorprendente lugar, porque con todo lo bueno que tenía Miguel Gila,
sin duda lo mejor era su desarmante humildad.
Pero lo confieso, de Gila siempre me llamó la atención su cara, ese cóctel
de cómico experto y marciano recién aterrizado en la Tierra... Tal vez Joyce Carol Oates estaba
pensando en él cuando dijo: «Mantén un luminoso y esperanzado espíritu, pero espera lo peor». Y es que
Miguel Gila se acostumbró desde muy niño a que la vida le sorprendiera con lo peor, pero nunca se
acostumbró a vivir ahí, en lo peor, ni aceptó nunca el dogma aquel de que los malos siempre
ganan, y por eso repartió tanta luz, tanta alegría. Sí, hubiera podido acomodarse en el
victimismo, en el dejarse arrastrar por las vías del lamento eterno, tan común
en su época (que es también nuestra época) y tan de moda en la
intelectualidad elitista de todos los tiempos, pero optó por
el camino fácil (fácil para él, que era un ser humano
digno de serlo; difícil para quienes viven
amarrados al ritmo que marca el
amo) (o el enemigo) (o el
charlatán de turno).
Él optó por el
camino
de la
buena
educación.
Sí, de la buena educación,
porque Miguel Gila era (y es) un
maestro del humor, y era (y es) un educador
de los buenos, un educador de esos que no necesitan
aulas ni exámenes ni evaluaciones, él educaba con su arte.
«La primera tarea de la educación es agitar la vida, pero dejarla
libre para que se desarrolle» dijo Maria Montessori, y en eso Miguel
Gila es un ejemplo a seguir. Un ejemplo de libertad. Y de grandeza.
Sí, grandeza, porque (y acabo ya con las citas, o me acusarán
deeructito erudito) como dijo Kalidasa: «Las grandes almas
son como las nubes: recogen para luego verter». Sí, él fue
un señor que vivió un fusilamiento (y él estaba en el
paredón, ante un pelotón de soldados armados
y borrachos) y luego se pasó media vida
llamado por teléfono al enemigo.
Por eso es grande Gila,
porque le lanzaron
balas y él
repartió
sonrisas.
Y poesías.
Porque poesía
es jugar con las palabras
que nos lanza el mundo e inventar
con ellas nuevas palabras que lo hagan
mejor y más bonito, como hacen los niños cuando
pintan, como hace la nieta de mi admirada Tesa Medina
cuando la dejan a su aire, como hacen las personas que no se
rinden. Como hacen las personas bonitas. Como hizo (y hace) Miguel Gila.
:-) :-) :-) :-) :-) :-) :-) :-) :-) :-) :-) :-) :-)
Pero lo confieso, de Gila siempre me llamó la atención su cara, ese cóctel
de cómico experto y marciano recién aterrizado en la Tierra... Tal vez Joyce Carol Oates estaba
pensando en él cuando dijo: «Mantén un luminoso y esperanzado espíritu, pero espera lo peor». Y es que
Miguel Gila se acostumbró desde muy niño a que la vida le sorprendiera con lo peor, pero nunca se
acostumbró a vivir ahí, en lo peor, ni aceptó nunca el dogma aquel de que los malos siempre
ganan, y por eso repartió tanta luz, tanta alegría. Sí, hubiera podido acomodarse en el
victimismo, en el dejarse arrastrar por las vías del lamento eterno, tan común
en su época (que es también nuestra época) y tan de moda en la
intelectualidad elitista de todos los tiempos, pero optó por
el camino fácil (fácil para él, que era un ser humano
digno de serlo; difícil para quienes viven
amarrados al ritmo que marca el
amo) (o el enemigo) (o el
charlatán de turno).
Él optó por el
camino
de la
buena
educación.
Sí, de la buena educación,
porque Miguel Gila era (y es) un
maestro del humor, y era (y es) un educador
de los buenos, un educador de esos que no necesitan
aulas ni exámenes ni evaluaciones, él educaba con su arte.
«La primera tarea de la educación es agitar la vida, pero dejarla
libre para que se desarrolle» dijo Maria Montessori, y en eso Miguel
Gila es un ejemplo a seguir. Un ejemplo de libertad. Y de grandeza.
Sí, grandeza, porque (y acabo ya con las citas, o me acusarán
de
son como las nubes: recogen para luego verter». Sí, él fue
un señor que vivió un fusilamiento (y él estaba en el
paredón, ante un pelotón de soldados armados
y borrachos) y luego se pasó media vida
llamado por teléfono al enemigo.
Por eso es grande Gila,
porque le lanzaron
balas y él
repartió
sonrisas.
Y poesías.
Porque poesía
es jugar con las palabras
que nos lanza el mundo e inventar
con ellas nuevas palabras que lo hagan
mejor y más bonito, como hacen los niños cuando
pintan, como hace la nieta de mi admirada Tesa Medina
cuando la dejan a su aire, como hacen las personas que no se
rinden. Como hacen las personas bonitas. Como hizo (y hace) Miguel Gila.
:-) :-) :-) :-) :-) :-) :-) :-) :-) :-) :-) :-) :-)