“Habréis de reconocer la rabia que recorre las calles de vuestra médula
universal. Habréis de hacerlo, con generosidad hacia todas
vuestras
células aterrorizadas, habréis de comprender la contumaz estupidez de
la vecina, y la vuestra propia, si no queréis volver, una y otra vez, a la
guerra, al genocidio, al filo hiriente de la indiferencia cotidiana y cruel.
Ojalá os deis cuenta, algún día, mañana por la tarde, o mejor hoy mismo,
de lo
transversal que es vuestra ceguera tóxica. Pero tanteo los pliegues
de la
oscuridad reinante y sé que preferís daros de golpes, unas a
otras, una y mil veces
agarradas a la rabia que se enrosca
en la médula universal de vuestra cobardía”.
Lorei S. Arroyo