―Cactus, hoy no tengo tiempo para charlar contigo.
―¡Bien! ¡Yo tampoco tengo tiempo para ti! ¡He de poner el lavapúas!
―¿El lavapúas es un electrodoméstico?
―No, querido Ximo, el lavapúas es un electrosalvaje.
―Una huelga electrosalvaje estaría bien.
―O dos, querido Ximo estimado, o cuatro docenas de huelgas electrosalvajes.
―Pues ya me tengo que ir, Cactus, otro día charlamos más largo y tendido.
―Entendido, querido y estimado Ximo bomboncito.
―Oye, estás tú muy cariñoso hoy.
―Sí, querido y estimado y bomboncito Ximo arrebatador,
es que cuando he de poner el lavapúas…
―¿Qué pasa, cuando has de poner el lavapúas?
―¡No lo sé, querido y estimado y bomboncito y arrebatador Ximo
espectacular! ¡No sé qué me pasa que me apúasiono
muy apúasionadamente!
―Ay ay ay… Bueno, hasta luego, Cactus, yo me voy ya… Despídete tú
de nuestro queridísimo y bellísimo público.
―¡Hasta luego, queridísimo y estimadísimo y bomboncitísimo y
arrebatadorísimo y espectacularísimo vello púbico! ¡No
olvidéis
encender la luz de vuestro espíritu crítico y devolverle toda la
oscuridad a los vendedores de tristeza!
¡Un abrazo bien grandazoooooo!