dimecres, 3 de febrer del 2021





 




—Cactus, qué alegría verte, dos meses ya desde la última vez…

—Sí, pero ya me voy, Ximo.

—¿Ya? Déjame por lo menos felicitarte el cumple, que fue hace unos días.

—¿Mi cumple? ¿Cuántos maños cumplí?

—10. 10 mañitos ya, ¿no te acuerdas, Cactus? Naciste en el 
blog aquel, el primero que hice…

—Ximo.

—¿Qué?

—No te pongas melancóñico.

—¡Cactus! ¿Palabras malsonantes no, eh?

—Vale, pues te digo: No te pongas mielancóñico.

—Bien, así suena más dulce.

—Me voy, pues.

—¿Dónde vas, Señor de las Púas? ¿A seguir charlando con 
la Señora de los Aguijones, quizá?

—Me voy lejos del remaño, lejos de la lejalidad que

—Cactus, cada vez hablas peor, ¿remaño?, ¿lejalidad?

—No me interrompas, Ximo, yo hablo así porque es más divertido 
y más soñador y más marranovilloso.

—Pues sigue. No te interrumpo.

—Muchas grasas, Ximo. Decía yo que me voy lejos de la legañalidad que
 esclava corazones con sus coprófagas corporaciones, me voy lejos de 
las pantallas y sus caparazones, me marcho lejos de oscuridades 
asqueantes custodiadas por policías y fiscales y jueces 
sin alegría en sus latires, lejos yo me voy de

—Qué serio te has puesto, Cactus.

—Es que soy eso yo, Ximo.

—¿Qué eres?

—Soy un cactus.

—Es verdad, Cactus, eso eres tú.

—Un cactus independentista, además.

—Ya lo sé, y eres un cactus independentista muy bonito.

—Ay… Dime más. Dime más, Ximo.

—Y en el fondo de tu ser eres, además de suave, tierno y 
repleto de bondad. Eres bello, Cactus.

—Ay…

—Venga, despidámonos del público.

—Ay, sí… El vello púbico… Sí, gente del vello púbico, en verdad os 
digo que seáis felices. Y no os resequéis, no. Antes al contrario:
 ¡Humedeced vuestra sed con cantos y bailes y pensares de libertad!

—Pues hasta luego, Cactus. Pero volverás pronto, ¿sí?

—Vale.

—¿Me lo prometes?

—Te lo prometo sin límite perimetral ninguno.

—Ojalá sea así.

— :-)