Algún día habrá una huelga de esas gordas, guapas y geniales, habrá huelga de crucificadores.
Y la vida será vida, de día y de noche. Mientras tanto ensayamos otras huelgas, huelgas anunciadas
o sorprendentes, rápidas o caracoleantes, escondidas o
temerarias, mías o nuestras, apasionadas o
relajantes… Porque sí, porque del
rebaño atropellado a veces salimos ovejas negras (o rojas)
(o moradas) (o de
todos los colores) y soñamos, por ejemplo, una escuela pública
que nos enseñe a
ser felices y a defendernos del sistema demente, caduco,
asesino y
contaminante. Y soñamos una sanidad pública rebosante de recursos,
de empatía y
de buena salud. Y agricultura limpia y bien tratada.
Y arte libre y bien
abonado y mejor regado. Y soñamos cosas
así que no son cosas, son necesidades,
caminos
que anhelamos respirar.
En fin: Huelga
eterna de crucificadores queremos.
Huelga eterna de ricachones y de mandamases
y
de mandahuevos y de vocesdesuamo.
Mientras tanto, no hay duda, pequeñas
huelgas haremos,
siempre que sean necesarias, y ahora son tan necesarias…
Porque
no renunciamos a seguir ensayando, no
renunciamos a que una humilde y pequeña
huelga
sea por fin esa gorda y guapa y genial huelga que
algún día (o alguna
noche) celebraremos.