dimarts, 22 d’octubre del 2019














Los payasos son divertidos. Es aliviador y es salud reírse de lo que hacen y dicen 
los payasos y las payasas. Y como son gente agradecida saludan al terminar la función, 
y aplaudimos y se van a descansar y cobran —o deberían hacerlo— por su trabajo y, ya 
digo, es bonito y da alegría. Algún día, cuando el orden establecido sea orden feliz y 
plural y comprensivo —no como ahora, que es una grande y engreída y asfixiante 
cloaca—, nos reiremos de las trascendentales ocurrencias de esa siempre superior 
y nunca suficientemente cacareada fauna: Los animalotes de la Moncloa —con su 
patético presidente a la cabeza—, las celebridades de la scary movie más 
horripilante y monárquica —agarradas al trono de la Zarzuela—, los 
teleñecos de la Justicia Miopísima —Rompetechos es un lince en 
comparación—, los aprendices de Chiquito de 
la Calzada —ahí dirigiendo a los principalísimos partidísimos 
politiquísimos, nunca llegarán a la altura de las suelas del 
maestro—, los aposentadísimos gurús de la tele —todo por 
la fría audiencia, y nada por la risueña inteligencia—, la 
beneficiadísima banca —siempre contando el mismo 
chiste—, la hilarantísima élite empresarial de este 
santísimo y también payasísimo país… Y no pasará 
nada por reírnos de sus bobadas, esos y esas 
profesionales de la monumental cagada nos 
saludarán con una reverencia y cobrarán su sueldo 
mínimo  interprofesional y aquí paz y después gloria. Y no se 
ofenderán por lo que un insignificante payaso desquiciado —como este 
que esto escribe— les diga o les ría, ni meterán a otros payasos en la cárcel 
por querer independizarse de su excelentísima y pisoteable autoridad. 
Ni lanzarán  a los payasos antidisturbios para aporrear a esta o aquella 
manifestación payasil. No, no lo harán, no se esconderán tras la 
violencia del Gran Circo del Estado porque serán, por fin, 
simpáticos payasos, llenos de sabia y generosa empatía. 
Payasos de verdad que habrán superado ya de una 
vez por todas eso que ahora son: unos miserables, 
inútiles, estúpidos y tristes payasos.





-Ximo Segarra-