Salir por babas - 63
La una es inteligente y la otra bondadosa. Las bolleras con cariño las llaman,
pues su panadería no hace trampas, y desde buena mañana llena el barrio con
el aroma de lo sencillo y de lo bien hecho. Y hay días que no sabes quién es
la bondadosa y quién la inteligente, pero es fácil verlas achuchándose hasta
que llegan a un consenso cómplice y calentito de amor. Un día entré y no las vi,
pero oí cuchicheos debajo del mostrador. Lloraban, las dos lloraban y me acerqué
con miedo: ¿Han entrado a robar y les han pegado? Pero un Te quiero, dulce y tierno,
me detuvo antes de asomarme. Yo también te quiero, más dulce y más tierno aún...
—A veces me gustaría ser idiota, y no enterarme de nada, no enterarme de este
mundo tan estúpido, tan violento, cariño... A veces no puedo con este mundo bobo,
autocomplacido... Tantos borreguitos enganchados a sus espejitos mágicos,
hinchando los egos con Me gusta, Retweets, Me encanta... ¿Cuesta tanto hablar?
¿Hablar de verdad? Ya no parlotear, o que si llueve o si hace sol o el gobierno o el
chismorreo de turno. Hablar de cómo estamos, de lo que queremos, de cómo
nos organizamos en este puto mundo mercante... ¿Cuesta tanto pensar? Ya no
pensar con prejuicios, frases hechas, fórmulas prefabricadas, no... Hablo del
pensar que se arriesga... a darse de bruces con la verdad menos pensada...
¿Es tan difícil despegarse de la Serie de moda, o del Youtuber de turno, o del
Videojuego más divertido? No, se ve que no: míralos, perdidos en la indigencia
mental, o en el postureo de la intelectualidad vacía... A ver quién es más feliz,
o a ver quién es más infeliz, Campeonato Mundial de la Gilipollez... Y sí,
aquí estoy, frustrada porque yo no puedo evitar pensarlo, analizarlo,
siempre brotándome reflexiones que a poca gente le importan...
—¿Y por eso lloras? Eres hermosa así, yo te quiero así, me derrito
contigo así, no te rindes nunca, siempre buscando soluciones,
y no sabes qué cara se te pone, eres tan bonita así, mi amor...
—¿Y tú? ¿Por qué lloras tú? Sí, ya lo sé, porque lo das todo...
—Porque me quedo vacía y sola tantas veces, mira mi padre, aquí esperando
como una tonta a que me llame para preguntarme cómo me siento antes de
la operación de mañana... Ni me llamará, lo sé, siempre es así, no se
preocupa por nadie, solo de sí mismo, o de su nuevo coche, o de su nuevo
lo que sea. Y yo ahí disponible cada vez que me llama para acompañarle al
médico o para lo que sea. Me duele tanto tener que decirle que no... Pero
la próxima vez se lo diré, le diré que no, y me dolerá como nunca...
—Y lloras porque tu padre no es un padre de verdad...
—...
—Ven.
—... ¿...? ¿Qué haces?
—Te acuno. Te acuno y tú me dices todo lo que te agobia ahora ¿Vale?
—Vale...
—Dime...
—La operación me da miedo, mucho, mucho miedo, pero eso tú ya
lo sabes, y en el fondo estoy tranquila, porque tú estarás cerquita,
lo sabes, y en el fondo estoy tranquila, porque tú estarás cerquita,
y porque sé que todo irá bien... Pero me duele eso que
te decía... ¿Por qué la gente regala tanta indiferencia?
Estoy hasta el coño de que me regalen lo peor, después
de dar lo mejor de mí... ¿Es que creen que a mí no me
cuesta esfuerzo? Doy la sensación de hacerlo fácil, pero
no lo es, hace falta mucha energía para sonreír de verdad
cada mañana a la señora Carla, o a Alfredo el del taller, y
preguntarles qué tal, cómo les va hoy, y es que ni me ven,
cariño, es que ni me ven, se despachan con su vida tan
importante y se van, y ni dan las gracias, y luego ni me
saludan por la calle, se ve que cuando me quito el
delantal y me suelto el pelo ya ni me reconocen...
delantal y me suelto el pelo ya ni me reconocen...
—Cuando te quitas el delantal y te sueltas el pelo estás
para comerte, que lo sepas...
—...
—¿Lloras y ríes a la vez?
—Lloro y río a la vez. Pero voy a parar ya mismito...
—¿Por qué?
—Porque Ximo está ahí mirándonos, y hace cara
de no saber si ponerse a llorar con nosotras
o echarse a reír.
—También con vosotras.
—Pues eso. A ver ¿Qué quieres?
—Un abrazo.
- Ximo Segarra -