Este poema ya salió aquí en el planeta Acapu el año pasado, en abril,
solo que entonces lo publiqué en blanco y negro y hoy he querido pintarlo.
Por cierto, me gusta el concepto de que un poema pueda ser pintado.
Es verdad que, para que un poema exista, no es condición inexcusable pintarlo.
No no no.
Tampoco es imprescindible escribirlo.
Ni recitarlo.
(Aunque la verdad es que ayuda mucho escribirlo y recitarlo)
Pero hay algo que sí hace falta para que un poema exista.
Sentirlo.
Quizá sea eso lo primero de todo.
Sentirlo.
Sentirlo y pensarlo.
Y, claro que sí: bailarlo.
Danzarlo por todo el cuerpo.
Corazón, cerebro, sexo, estómago, piel y huesos.
Sangre y pulmones, músculo y ojo y oído y toda
la vida que en esos momentos quiera venir a bailar
contigo. Y con el poema.
Luego, insisto, luego siempre hay tiempo
para pintarlo, con el color que el poema
pida, con el color que quizá el poema
añora, con el color que quizá
el poema sintió, antes siquiera
de encontrar las palabras.
Y hasta aquí este poema incomple
y el resto de versos incomple
Otro día...
Otro día pintaremos más.
:-)