―Cactus, ¿qué es “sitismo”?
―¿A qué viene esa cuestión, Ximo?
―Como has dicho que la monarquía sirve para el “sitismo” ese…
Si hubiera un guioncito detrás de “para”…
―No te hagas el inocente, Ximo, lo de no poner guioncito es
cosa tuya,
¡el texto todo es cosa tuya! Y ya lo escribiste hace años en una
viñeta, que yo la vi, y allí no salía yo. ¡Me fuiste infiel!
―Deja, deja, infiel… Y volvamos a la viñeta de hoy: ahí
eres
tú quien habla, querido Cactus, no yo.
―Sabes perfectamente que tú dibujas y escribes mis viñetas,
querido Ximo.
―¡Cactus, calla! ¡Que me vas a descubrir!
―¡Oh! ¡Perdón! Seguro que nadie lo sospechaba, uy, qué
desliz el mío.
―Jo, Cactus, llevamos una década manteniendo el secreto, y
ahora vas tú y lo desvelas.
―No te desveles, Ximo. A la gente eso le da igual.
―¿Le da igual, a la gente, que tú no existas?
―¡Oye, Ximo! ¡Que yo sí que existo!
―¿Y cómo estás tan seguro, de que existes?
―Porque yo… Yo filosofo.
―¿Tú filosofas?
―Sí, yo púo, luego existo.
―Si tú lo dices, eso será. En fin, yo que quería hablar
contigo de la monarquía…
―Pues te jodes.
―Qué desagradable eres, Cactus.
―En realidad, si te paras a filosofar sobre esta
conversación,
verás que el desagradable eres tú solito, Ximo.
―No me líes, Cactus. Venga, despidámonos ya.
―¡Sí! ¡Hasta lejos, querido vello púbico!
―Shhh… No digas eso, Cactus, que ahora la gente sabe que
soy
yo el que dice vello púbico y no bello público.
―¿Tú tienes un bello vello púbico, Ximo querido?
―¡Oye! ¿Qué preguntas son esas, Cactus querido?
―¡Las tuyas, Ximo!
―No me líes, no me líes…
―:-D