Salir por babas - 72
Caos los hay de muchos tipos, de muchos colores y también los hay de muchos blancos y
de muchos negros. Y es fácil defenestrar el caos ajeno desde la torre de marfil de nuestro
propio caos, porque cada cual vive en su propio entramado de creencias, de reacciones, de
emociones, y podemos llegar a creer que nuestra manera de ver el mundo, y nuestra manera
de estar en el universo es la más lógica, la más cabal, la más organizada. Hay caos, eso sí,
tóxicos, insalubres, yonquis, caos que parecen haber dejado entrar en su seno lo peor de la
sociedad en la que viven, caos que parecen haberse creído el cuento de que lo más auténtico
que pueden hacer es convertirse en vertederos, en mártires; sí, hay caos que no atienden
a nuestras buenas palabras, a nuestra comprensión, y nos producen repulsa, pero...
a nuestras buenas palabras, a nuestra comprensión, y nos producen repulsa, pero...
siempre he visto en esos caos reflejos (a veces muy nítidos) de lo convencional, de lo
aceptado como normal. Lo confieso, siempre me he sentido atraído por esos caos,
los de la locura, los de la adicción desmesurada, los caos que se niegan una y
otra vez a dejarse conducir hacia la aparente bondad del redil. Me he sentido
atraído y sé lo que es estar ahí, y no durante un ratito o una noche o dos. Sé lo que es
exiliarme durante años de la sociedad en la que vivo porque, sencillamente, la sociedad
en la que vivo me daba asco. O peor, yo sentía asco de mí mismo. Llegó un día que decidí
regresar, no al redil, no a las mentiras, no a aceptar sin rechistar, no a transformarme
en lo que nunca querré ser; decidí regresar a mí, a lo que, en realidad, casi nunca
había sido y que siempre había querido ser. De ahí este torrente de dibujos, de viñetas,
que muchas habéis ido viendo estos años. Porque este es mi caos, el dibujo, el escribir,
y sí, quizá el caos más tonto, el más inútil, el más estúpido de todos los caos sea el humor,
la risa, o los innumerables matices que caben en una sonrisa. Desde aquí, desde quizá
mi torre de marfil, puedo comprender los caos de la gente a la que amo, aunque no
los comparta, porque su libertad es para mí sagrada. Mientras tanto sigo con lo mío,
más solo o más acompañado, porque yo nunca más me voy a abandonar, nunca más
voy a querer huir de mí, nunca más voy a traicionarme, ni torturarme, ni creer
en el cruel y vacío sacrificio humano de cada día, por más que lo bendigan
en los altos altares del cielo (o en los bajos bajares del infierno). Es
mi caos, o es mi corazón, que quiere seguir sintiendo, caminando
y aprendiendo y que no, no va a claudicar... ;-)
regresar, no al redil, no a las mentiras, no a aceptar sin rechistar, no a transformarme
en lo que nunca querré ser; decidí regresar a mí, a lo que, en realidad, casi nunca
había sido y que siempre había querido ser. De ahí este torrente de dibujos, de viñetas,
que muchas habéis ido viendo estos años. Porque este es mi caos, el dibujo, el escribir,
y sí, quizá el caos más tonto, el más inútil, el más estúpido de todos los caos sea el humor,
la risa, o los innumerables matices que caben en una sonrisa. Desde aquí, desde quizá
mi torre de marfil, puedo comprender los caos de la gente a la que amo, aunque no
los comparta, porque su libertad es para mí sagrada. Mientras tanto sigo con lo mío,
más solo o más acompañado, porque yo nunca más me voy a abandonar, nunca más
voy a querer huir de mí, nunca más voy a traicionarme, ni torturarme, ni creer
en el cruel y vacío sacrificio humano de cada día, por más que lo bendigan
en los altos altares del cielo (o en los bajos bajares del infierno). Es
mi caos, o es mi corazón, que quiere seguir sintiendo, caminando
y aprendiendo y que no, no va a claudicar... ;-)