Y así por los senderos, invisible,
y así, con mi silencio, voy cantando,
y existo, aunque no exista, en quien me niega
porque yo soy el ser nunca acabado
Gabriel Celaya
En la cuneta de la autovía que lleva en volandas al
Gran Centro Comercial hay una senda medio desdibujada
y casi escondida por los hierbajos. Ella lleva, casi sin querer y
medio perdida entre sus curvas, al Pequeño Bosque 24 Horas, un lugar
de esos que no salen en el Gran Mapa de la Pesadilla Cotidiana
Entramos pues, si quieres acompañarme
No verás acercarse por aquí al enteradillo de turno, ni a la moda
juvenil, ni tampoco al moribundo desencanto de la madurez, ni siquiera
la sabihonda ceguera que presume a todas horas de estar a la
última se atreve a venir nunca a este lugar
Porque aquí ya solo vienen los últimos suspiros
de tu amanecer. O la mirada que no se arrepiente de lavarse
los sueños bajo el grifo romántico de aquella verdad que no murió...
No, aquí no encontrarás más ropa ni más complemento que un respirar
plácido nacido de los mil terremotos que aprendiste a vivir y contar. Y tampoco
has de preocuparte por las llaves, aquí las puertas se abren con la presencia de
la bondad y con un empujoncito de la valentía, y no importa lo fuerte que retumbe tu
corazón, los marcos son elásticos para que quepa a su gusto el latir más atrevido...
Sí, por estas puertas pasa con holgura tu pensar y tu sentir, tu sentir y tu pensar
Porque aquí, cuando todos los billetes del mundo te abandonan, puedes
sonreír y sin pedirle permiso a nadie entrar en un
Todo a Cien Abrazos
Y si no encuentras la tienda o la
oferta, siempre tienes la opción de construirla
tú, con tu anhelo, tu canto, tus brazos y tu fuerza. Construirla
tú, aquí, en este lugar que no existe (dicen las tertulias bien pagadas) y que
solo aparece (aseguran las propagandas bien cobradas) en el apartado delirio de la
locura. Sí, aquí, en este lugar que sí existe porque sí supo sobrevivir al huracán
que levanta la loca compraventa de prisa, la loca pisoteadora de
vida que corre encadenada hacia el Gran Centro Comercial
vida que corre encadenada hacia el Gran Centro Comercial
Pero no lo olvides, en la autovía hay una senda. Y la reconocerás
enseguida. Porque es tuya y nunca nadie te la podrá tapiar, por más cemento
y más ladrillos y más publicidad que te echen encima, nunca nadie
te la podrá ocultar. Si tú no quieres dejar de verla
Si tú no quieres dejar de verla
nunca nadie te impedirá encontrarte con
él, con ese humilde hierbajo en la cuneta de la autovía
él, con ese humilde hierbajo en la cuneta de la autovía
Ese humilde y precioso hierbajo que eres tú
Ese que no se rinde
Ese que aprovecha cada
nuevo rayo de sol para volar
por la Autopista Más Antigua Del
Universo, y seguir soñando despierto
Ximo Segarra
2 comentaris:
Allí te encuentro y te abrazo, Ximo. ¡Muy bello! Gracias por tanta belleza.
Fer
Que bonic, un Tot a Cent on només hi trobem bondat , abraçades... Cadascú es pot fer el seu, només cal obrir el cor als altres...I convidar-los a entrar!!!
Petonets, Ximo
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