dimarts, 28 de març del 2023





 



No es que ella tuviera un problema 
de memoria, ella más bien tenía un problema, o un 
acierto, de prioridades: nunca tenía tiempo para quedar con él. Él se
 conformaba con verla un par de veces a la semana, ella no necesitaba más 
que verle dos o tres veces al año, y lo que más me sorprendió cuando les conocí
 es que la relación, así, les funcionaba. Peor que mejor, pero les funcionaba. 
Hasta que dejó de funcionar: hace poco supe que ya no son pareja. Ahora él 
es mucho más feliz. Y ella de vez en cuando se pregunta quién es ese tipo 
tan amable que cuida de su hija fin de semana sí fin de semana no y 
alguna tarde entre semana; está por decirle que se lleve a la cría 
a vivir siempre con él, porque ella, con ver a su hija dos o tres 
veces al año, estaría más que encantada. Y diría yo para 
terminar algo en plan moraleja, pero no me apetece, 
o será que hay historias que no necesitan más 
historias: con verlas o leerlas 
una vez ya hay más 
que suficiente.



(La viñeta es versión nueva de una que hice hace unos años)