dissabte, 11 de febrer del 2023





 



Y así es hoy: en medio de la ansiedad, una flor. Quizá lo que ha pasado 
es que ya dura demasiado el trasiego desbocado de nervios, tantos días 
y tantas noches subiendo y bajando el contrabando de miedos,
 frustraciones y amores muertos, es natural que al final tal cantidad 
de energía expulsada de las entrañas y acumulada en las playas de su
 piel haya creado el sedimento y el lugar ideal para brotar una flor. 
O tal vez lo que ha pasado es que hoy Mirada ha sabido ver, por primera
 vez, lo que siempre sucede cuando la ansiosa serpiente pitón la envuelve
 y la arrastra al límite de la asfixia. Mirada nunca encuentra salida,
 cuando la presión se hace fuerte en su mente y en su cuerpo, y la 
locura rompe sus placas tectónicas y su habitación se cae y su vida 
se desparrama y sus recuerdos son lava que invade sin piedad cada
 cueva, cada refugio. Entonces Mirada siempre busca desesperada el mar,
 y baja escupida por el volcán, apedreada por verdades falsas y agarrada a clavos
 ardiendo. Pero en la orilla, hoy, Mirada ve una flor. Y escapa por ahí. 
No la abraza, no la estruja, tampoco la arranca: la besa. La besa y la
 mima. La cuida como mejor puede, todavía con las manos temblando, 
la riega con el lloro más niño, y de su pozo negro surge la canción más
 niña, hasta que la insana costumbre de la fábrica cotidiana queda tan
 lejos, tan y tan lejos, que Mirada puede ver toda su piel colmada de
 flores y acariciada por la brisa del mar. Y allí se queda hoy, casi
 evaporada, lejos de aquella fábrica cotidiana, aquella productora
 autoritaria, agresiva y fea, que hace diana en su cuerpo y consume 
con sus prisas, sus anuncios y sus bobadas todas las alegrías que 
Mirada nunca ha querido encadenar. Y allí se queda Mirada hoy, 
aunque nadie la entienda ya, salvaje hasta la médula y hasta el tallo 
y hasta los pétalos. Allí se queda porque ha conseguido encontrar, 
o imaginar, un lugar donde consigue, poco a poco, respirar en paz.
 Respirar en paz, claro que sí, a flor de piel.